El viejo cuento del rey desnudo tiene una expresión moderna en el relato que se inventó el director de cine Alfred Hitchcock sobre el MacGuffin (o McGuffin, o Maguffin). Se trata de una expresión que designa la excusa argumental que pone en marcha una historia. La excusa que motiva a los personajes a desarrollar la historia, pero que en realidad carece de relevancia por sí misma. Lo que distingue al MacGuffin de otros tipos de coartadas argumentales es su carácter intercambiable. Y desde el punto de vista de la audiencia, que tal excusa, el MacGuffin, no es lo importante de la historia narrada.
Un ejemplo de McGuffin sería la fórmula secreta que recuerda el memorista circense de "39 escalones". Hubiese sido lo mismo si se tratase de la clave de acceso a un banco, una lista de nombres de espías o cualquier otro pretexto argumental. El propio Hitchcock lo explicaba así: “En las historias de rufianes siempre es un collar, y en historias de espías siempre son los documentos”. Puede verse en lo que nos cuenta de "Con la muerte en los talones": “En esa película he reducido el MacGuffin al mínimo. Cuando Cary Grant pregunta al agente de la CIA acerca del malvado James Manson `¿Qué hace ese hombre?´ `Oh, responde el agente, digamos que está en la importación-exportación´. `¿De qué?´ `Hum... de secretos de estado´. Y es todo lo que debemos decir. Es inútil que mostremos algo más, sea lo que sea. Pero toda historia de espionaje debe tener su MacGuffin, sea un microfilm o un objeto cualquiera oculto en el tacón de su zapato”.
Hitchcock ha contado muchas veces esta historia para reírse de los críticos de sus películas que buscan una explicación racional a todo. Le gustaba relatar este suceso imaginario: Dos viajeros se conocen en un tren de Inglaterra. Uno le dice al otro: “Perdone, señor, pero ¿qué es ese paquete de curioso aspecto que está encima de su cabeza?” Ah, es un MacGuffin”. “¿Y para qué sirve eso?” “Sirve para atrapar leones en las montañas de Escocia”. “Pero si no hay leones en Escocia”. “Entonces no será un MacGuffin”. (Fuente, como siempre, wikipedia).
Lo que interesa al cine es conducir al espectador a su manera, someterlo a su ritmo. Que tenga tanto miedo como el héroe o la heroína. ¿Y al urbanismo? Se dice una y otra vez en nuestras leyes del suelo que lo fundamental es el modelo territorial (o el de ciudad). Pero tal modelo no aparece por ningún lado. ¿En qué consiste?, ¿dónde se define?, ¿cómo se valora? Nada de eso llega a verse ni en las leyes ni en los planes. Lo que nos permite pensar que se trata de un verdadero MacGuffin, una excusa argumental para que todo parezca tener sentido y razón. Pero lo que moviliza la acción urbanística es la ciudad misma, sin modelo de referencia, sino pura actividad, construcción, encuentro, proyecto, historia y futuro. Y las leyes no hacen sino poner algo de orden en todo ello. Algo, pero no todo.
(Publicado inicialmente el 30-12-07).
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