Sobre el derecho al espacio urbano
Las reinvasiones más valientes las llevaron a cabo los pueblos de pescadores indígenas de Tailandia llamados moken, o “gitanos del mar”. Después de siglos de abandono, los moken no se hicieron ninguna ilusión: el gobierno no iba a darles un buen pedazo de tierra a cambio de las propiedades costeras que se habían perdido. De modo que, en uno de los casos más espectaculares, los habitantes del pueblo de Ban Tung Wah en la provincia de Phang Nga “se reunieron y volvieron a sus hogares, donde rodearon los restos de su pueblo destrozado con una cuerda, en un gesto simbólico para marcar sus propiedades, explicaba un informante de una ONG tailandesa. “Con toda la comunidad acampada alrededor de la zona, las autoridades no podían expulsarlos a todos, especialmente debido a la gran presencia mediática en la provincia, destinada a cubrir el esfuerzo de reconstrucción tras el tsunami”. Al final, los habitantes negociaron un trato con el gobierno. Abandonarían parte de su derecho a la costa a cambio de seguridad legal respecto al resto de sus propiedades ancestrales.
(...) Por toda la costa tailandesa afectada por el tsunami, este tipo de reconstrucción de acción directa es la norma. La clave del éxito, afirman los líderes de la comunidad, es que “la gente negoció por sus derechos de propiedad en una posición de ocupación”. Algunos han bautizado la práctica como “negociar con las manos”. Los supervivientes de Tailandia también insistieron en un tipo distinto de ayuda. En lugar de aceptar donativos, solicitaron las herramientas para llevar a cabo su propia reconstrucción.
Alegación: El urbanismo oficial, si se le deja suelto, tiende a cumplir el papel que de él espera el “capitalismo sin barreras” hoy vigente. Frente a ello, la tentación de los pobladores es actuar al margen del estado, oponerse a cualquier signo de oficialidad. Y sin embargo el papel de las políticas estatales, de la intervención estatal en las áreas deprimidas, sigue siendo decisiva. Por eso decimos que hay que empujar al estado a intervenir. Aunque no lo haga de buena gana. Hay que empujarle; y de ahí la conveniencia de “negociar con las manos”, según una expresión de Tom Kerr, de la “Asian Coalition for Housing Rights”, que alude a las ventajas de negociar con la administración mientras se aplica la acción directa.
Fuente: Naomi Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre (Barcelona, Paidós, 2007). Y P. Gigosos y M. Saravia, “Negociar con las manos´ el espacio público”, en Papeles de relaciones ecosociales, nº 100.
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