Detalles del post: Materiales para construir la catedral de Ayllón

13.07.08


Materiales para construir la catedral de Ayllón
Permalink por Saravia @ 21:38:32 en Territorio, paisaje -> Bitácora: Plaza

Comentarios en torno al drama (o la comedia) del paisaje ideal

Detalle pared, en Madriguera, Segovia (Foto de scaamanho, 2006, en flickr.com)

Intervenir en el paisaje, desde la arquitectura, es construir una catedral. En especial, si pretendemos actuar de acuerdo con el dictamen de Fernández Buey sobre la utopía: no olvidar nunca la ironía, por favor.

[Mas:]

Kim. No sería difícil. Las catedrales son de piedra. Y aquí, en Ayllón, piedra tenemos mucha. Muchísima. Aquéllas también tienen color, y lo mismo en nuestro paisaje, tenemos mucho color. Piedras de distintos colores. Creo que por ahora vamos bien. A las catedrales se les hacen muchas fotos. Y a nuestro territorio tampoco le falta quien le fotografíe. Las catedrales son grandes. Y Ayllón también lo es. Tienen espacios diferenciados (capillas, naves, torres, sacristías), y en nuestro ámbito se distinguen pequeñas poblaciones, algunos bosques, coronas de huertas, tierras de cultivo. En las catedrales vive muy poca gente: la imprescindible. Pero muchos van a verlas, sobre todo los días de fiesta o cuando se puede hacer turismo (una especie de peregrinación cultural). Y aquí, en Ayllón, sucede algo parecido. El ambiente interior de la catedral tiende a ser místico, mágico, religioso. Y el de nuestra comarca es sobrecogedor. Realmente son muy parecidas las catedrales y la sierra de Ayllón. Pero hay una semejanza más que creo que interesa especialmente destacar: construir cada una de las catedrales llevó siglos; y construir nuestro paisaje también ha de llevarlos. Realmente estamos sólo en el principio, en los primeros milenios. Cada una de aquéllas fue (así lo dicen los cronistas) obra de todo un pueblo. Y nuestro paisaje también habrá de serlo. Más o menos.

Victoria. No sé. Porque habría que pensar, en primer lugar, cómo debería ser. Cóm sería el paisaje ideal. ¿Y es pensable la catedral ideal, el paisaje ideal? ¿Se puede fundamentar en algo estable, racional, inteligible? Más allá de lo caótico y corrupto, de lo confuso del mundo que vemos, ¿existe un orden racional de ideas inmutable, claro, no borroso? Platón levantaba su ciudad ideal frente a una Atenas manifiestamente perfectible. Aquélla, idéntica a sí misma para siempre y en permanente paz. Ésta, confusa y contradictoria, donde el engaño es norma. Porque así es la realidad. Así la materia, que se resiste a cualquier orden de plenitud armónica, y se vive como alteridad y desgarradura. Hegel, muchos siglos después, asumiría a gusto este desorden. Admitiría en su paisaje ideal lo informe y lo perecedero, también las sombras. Para él han de admitirse también los caracteres negativos. Incluso la mentira y la muerte, “la totalidad de vicisitudes miserables que acompañan a la condición humana”.

Kim. ¿Tendríamos entonces la realidad como objetivo? ¿No es un tanto penoso, triste, pobre?

Victoria. No, no es eso exactamente. La cuestión es no buscar la Atenas perfecta en su definición abstracta o en el recuerdo melancólico, sino en la realidad que habitamos. Buscar la perfección a partir de la realidad. La razón de Occidente ha recorrido este drama en su esfuerzo por entender su entorno y tener lucidez sobre nuestro destino. Por eso, del mismo modo en que, en algún estudio de Leonardo da Vinci, se decía que “suprimiendo los pliegues nada queda”, quien intente construir una ciudad o un paisaje “que recree la verdad” de lo urbano y lo territorial, ha de dirigirse a "la singularidad de la forma perturbada, a la intrínseca pluralidad de sus epifanías (...). Las únicas formas que se revelan fértiles son aquéllas que llevan dentro una interna perturbación”.

Raimundo. Totalmente de acuerdo. Y así, quedémonos con una de las perturbaciones o pliegues que suelen darse en las catedrales, porque seguramente responden a su lógica interna. Su aire interior. Pues lo que encontramos en las catedrales es ante todo una atmósfera determinada. Pétrea, sí. Mineral, eterna. Pero también de amenaza. No olvidéis nunca, al hacer una catedral, que allí resida la tensión, el sentimiento de que algo va a ocurrir, la certeza de que las cosas están como dormidas y prestas a despertar. Que se adivine la catástrofe. Habría que construir también ese suspense, esa atmósfera de frío intenso.

Simona. Pues yo no puedo estar de acuerdo con esta idea. Porque creo que el pliegue que anida en las catedrales no es el del aire, sino el de la aspiración. O al menos ese es el pliegue que nos interesa. Realmente, la utopía “renace como ilusión natural entre aquéllos que tienen esperanza y un mundo que ganar”. Es verdad que ha perdido la inocencia, pero eso no significa que se haya liquidado toda esperanza. Al contrario. Lo que ha pasado es que ha emigrado, y ahora está en otra parte. Ya no tiene que ver con la “dimensión estética”. La persistencia de la utopía en nuestra época tiene que tener en cuenta esa idea. La utopía está inscrita en la condición humana. Y la aspiración a la utopía “está vinculada a ese heroísmo del espíritu que nos incita a luchar contra el cansancio y contra la catástrofe”. La utopía de hoy sería “la derivación hacia el futuro del `nunca más´, una derivación que hereda los rasgos del sufrimiento de las generaciones anteriores y, con ello, también su fragilidad. No hay utopía triunfante”. La utopía ha cambiado de forma, no os despistéis. Quizá sea “el sueño de los perdedores”; pero al menos un sueño útil, eficaz. Recordemos lo que respondió el cineasta argentino Fernando Birri, cuando le preguntaron para qué la utopía: “La utopía está en el horizonte y luego de que camino diez pasos está diez pasos más allá; camino veinte pasos y está aún más lejos; y por más que camine no la alcanzaré jamás. Pero para eso sirven las utopías: para caminar”.

Kim. La aspiración a andar: eso me gusta. Tomo nota.

Mario. Puede ser. A mí me encaja esa forma de verlo. Porque actuar sobre el paisaje no es hacerlo sólo sobre la forma. "Hasta ahora el paisaje se ha considerado como un factor más dentro de una relación de elementos del medio natural; y su tratamiento se ha limitado, por lo general, a la percepción visual. Pero existe ya una disciplina que trata también de la percepción social del paisaje". El Convenio Europeo del Paisaje, recientemente aprobado, "propone una nueva mirada en esta forma de abordar el paisaje, otorgándole protagonismo como eje estructural del territorio y huella del patrimonio natural y cultural de un país o región. El paisaje se define en este Convenio tal como lo percibe la población".

Kim. Un tanto conservadora, esa visión.

Mario. No sé. Desde luego "se entiende que el paisaje nace sobre el patrimonio natural y crece como patrimonio cultural, sufre una evolución como resultado de las actividades humanas de las que es objeto y que pueden ponerlo en valor o introducir perturbaciones, tanto si nos referimos a paisajes naturales, rurales o urbanos". España se ha comprometido, al firmar el convenio europeo, "a reconocer jurídicamente los paisajes, a definir y a aplicar políticas destinadas a la protección, gestión y ordenación de los mismos, a establecer procedimientos para la participación pública, así como a integrar el paisaje en las políticas sectoriales y, especialmente, en la ordenación territorial y urbanística". Para lo cual, lo primero ha de ser identificar y valorar los paisajes, y sensibilizar a la gente sobre la conveniencia de su conservación.

Fernando. ¿Me permitís volver al principio? Hablábamos de construir un paisaje en esta comarca. Y la comarca ya es un “espacio geográfico individualizado por su homogeneidad, constituido por una asociación de sitios o parajes contiguos, con una raíz geográfica que la caracteriza y en torno a la cual se ha constituido”, tal como dice Gómez Piñeiro. La unidad ya la tenemos. Y sus arquitecturas (me refiero a las vernáculas, por supuesto), responden ya a un patrón geográfico. El “espacio humanizado y sublimado en el proceso histórico”, es un filtro de la personalidad de la zona que afecta a toda la producción arquitectónica. Y así, por ejemplo, el ámbito está lleno de fábricas de mampostería de cuarcita y de lajas de pizarra. ¿Esto es lo que hay que conservar y proteger? ¿Para qué? ¿Para quién?

Kim. No va a ser fácil, en cualquier caso.

Fernando. No; no va a ser fácil. "La comarca oriental de la provincia de Segovia se encuentra inmersa en una proceso de transformación social y económica con toda seguridad irreversible. La agricultura y la ganadería, actividades económicas tradicionales, se encuentran hoy en franco retroceso mientras el sector de los servicios —que se comporta con mayor dinamismo animado por el turismo— constituye la única alternativa laboral en la mayor parte de los municipios". Falta vitalidad económica y parecemos abocados a la despoblación. "Las consecuencias que para la arquitectura tradicional han traído todos estos cambios han sido muy graves. Pérdida del conocimiento de las técnicas para su transformación y aplicación; ha hecho su aparición una nueva clase de cultura popular que ya no está ligada a las raíces de la tradición y que ha producido nuevos tipos de edificaciones en las que ya no reconocemos la imprescindible adecuación con el contexto natural y cultural, perdiéndose así una de los valores más destacables de la construcción popular: su identidad con el territorio en un sentido general, tanto desde el punto de vista fisiográfico como desde la perspectiva de la geografía humana. En conclusión, los nuevos usos, los nuevos materiales y los nuevos tipos desdibujan los otrora tan definidos perfiles de nuestra arquitectura vernácula. Ahora no nos resta sino dejar fiel constancia de las muchas cualidades de éstas anónimas y grandiosas lecciones de arquitectura y procurar dar cuenta de las mismas a las venideras generaciones, que no tendrán la fortuna, como nosotros, de conocer en uso esta parte substancial del patrimonio arquitectónico español".

Kim. ¿Y qué habría que hacer? Hemos hablado de intentar que se oiga el latido de la naturaleza y de conservar el patrimonio popular. Pero sobre todo atender a las ilusiones naturales de la gente, a sus aspiraciones. Que la propuesta de conservación hable de un mundo por ganar. No sé. Siempre se han hecho miradores para ensanchar el alma con las vistas largas. Pero ¿podrían hacerse ahora miradores de lo pequeño, en torno, por ejemplo, al primer brote de una espiga?

Raimundo. Vaya chorrada.

Simona. Pues quizá no esté tan descaminada. Fijáos lo que dijo Italo Calvino en una conferencia en Nueva York: “El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no superarlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo ya. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”. Esa sería la tarea del paisajista.

Kim. O sea: que empezamos con catedrales y acabamos hablando del infierno.

[Nota: Los personajes de este encuentro son imaginarios. Pero algunos han tomado prestados textos e ideas de algunas publicaciones. No es el caso de Kim, desde luego. Pero cuando habla Raimundo debería decirse que su voz está detrás del relato breve de Raymond Carver titulado precisamente Catedral (Barcelona, Anagrama, 1986). Y en las intervenciones de Victoria se alude a (y se toman frases de) Víctor Gómez Pin, en El drama de la ciudad ideal (Madrid, Taurus, 1995). Lo que dice Simona pertenece, en gran parte (así como las citas) al libro de Francisco Fernández Buey titulado Utopías e ilusiones naturales (Barcelona, El Viejo Topo, 2007). Los textos de Mario han sido tomados prestados de la introducción de Miriam García al curso sobre “Políticas e Instrumentos de Ordenación y Gestión del Paisaje en Cantabria” (verano de 2008). Y en la intervención de Fernando resuena Fernando Vela Cossío, “La arquitectura tradicional en el nordeste de Segovia” (texto publicado en las Memorias de las Jornadas Técnicas Conmemorativas del Centenario de Gonzalo de Cárdenas, Fundación Diego de Sagredo, 2004). Gracias a todos por por el préstamo.]

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Comentario de: la nieve del almirante [Member]
chapeau; ¿pero estamos preparados para reconocer lo que no es infierno dentro del infierno?. Quizás desde el mismo mirador podamos, alzando la cabeza, ver la catedral y, bajando la cabeza, ver el primer brote de una espiga...
URL 20.07.08 @ 13:28
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