Recordando el poder mediático de las sociedades transnacionales, una vez más
La pena está en la gente que han pillado en esta grosera maniobra. Porque no vemos raro que aparezcan Ferran Adriá, Melendi o Trias de Bes, por ejemplo. Pero ¿qué hacen ahí Angels Barceló o Juan José Millás? Probablemente el día de la firma estaban resfriados y les falló el olfato. Pero tuvo que ser una congestión nasal enorme, pues la cosa realmente huele muy mal.
Según nos cuentan en el ¿naif? manifiesto de estoloarreglamosentretodos “llevamos demasiado tiempo viendo en todas partes lo mal que está todo”, pero la crisis “no solo está ahí fuera, también está en nuestras cabezas” (¿no recuerda demasiado a lo que dicen los curas?). “Nos ha hecho perder la confianza, nos ha contagiado el pesimismo, el desánimo” y –atención, ahora viene lo mejor- “esto es lo primero que debemos arreglar, queremos recuperar la confianza”.
Una fundación y una campaña
De manera que lo primero es recuperar la confianza. No modificar las reglas, cambiar las normas para garantizar que no vuelva a darse una situación semejante, sino recuperar la confianza. ¿Quiénes proponen gastar primero y luego ya veremos si cambiamos algo? Pues quiénes van a ser: ellos. Abertis, BBVA, Caja Madrid, Cámaras de Comercio, Cepsa, Endesa, El Corte Inglés, Iberdrola, Iberia, Indra, La Caixa, Mapfre, Mercadona, REE, Renfe, Repsol, Santander, Seopan y Telefónica. Menudo ramillete. Banqueros, constructores de autopistas, la patronal inmobiliaria, grandes centros comerciales, grandes compañías de transporte, de comunicación, de energía, de seguros. Ahí están todos, o casi todos. Los responsables directos del siniestro disparate de la última década (los Insaciables, como les hemos denominado en alguna ocasión), nos piden, todos juntos y sin rubor alguno, que no pare la fiesta. Lo primero la confianza, ya saben.
Pues va a ser que no. Quienes no estamos completamente anestesiados (ni con hiposmia) no queremos recuperar la confianza si ha de venir de la mano de la Fundación Confianza. Menudos ejemplares: quieren confianza pero en las noticias de su web (a fecha de hoy, naturalmente) no hay ni rastro de la contestación a su proyecto (por ejemplo: estosololoarreglamossinellos.org). Es para hincharse a confiar en ellos.
Algo más sobre el poder de las transnacionales
Todo lo contrario. Probablemente el principal trabajo que tenemos que hacer, lo realmente urgente, es “el desenmascaramiento” de las empresas transnacionales, de sus “relaciones con los poderes políticos nacionales y las organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, la Unión Europea, el FMI y el Banco Mundial”. Lo que necesitamos entender claramente es el funcionamiento de “la armadura jurídico-política y la tela de araña que se teje sobre los hombres y mujeres del planeta” para el exclusivo beneficio de aquellas empresas (Alejandro Teitelbaum, La armadura del capitalismo. El poder de las sociedades transnacionales en el mundo contemporáneo, Barcelona, Icaria, 2010: un libro magnífico). Eso es lo realmente urgente. Cuando lo entendamos; cuando se revelen y denuncien su poder y sus argucias, cuando se muestren “los efectos de las grandes compañías sobre los derechos humanos”, entonces nos pondremos a gastar. Seremos todo confianza.
El urbanismo no queda al margen
No está de más recordar que, tanto en Estados Unidos como en España, y en muchos otros países, el signo de esta crisis ha sido inmobiliario. Y de hecho, todas las empresas citadas más arriba han tenido (y quieren recuperar) una participación esencial en la creación de la nueva ciudad. Para lo cual han desarrollado un urbanismo banal, reiterativo y depredador (hola, Seopan), fundado decisivamente en las autopistas (hola, Abertis), estructurado en función de una movilidad siempre en aumento (qué tal, Renfe, Iberia) y el consumo desmesurado de energía (buenos días, Repsol, Cepsa, Endesa, Iberdrola, REE); cada vez más preso de las grandes superficies comerciales (qué tal va eso, Mercadona, Corte Inglés) y las nuevas tecnologías superinteligentes (qué bien se os ve, Telefónica, Indra); dependiente hasta extremos inconcebibles del crédito (encantado de veros por aquí, BBVA, Santander, La Caixa, Caja Madrid). Una bonita ciudad, sin duda, que por falta de confianza no parece que podamos seguir construyendo más y más y más.
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