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Cómo unificar la multiplicidad de regulaciones urbanísticas de España por la vía personal

No hace buen efecto. Parece extraño y no resulta muy estético que uno de los responsables del caos sea el llamado a conseguir de nuevo el orden. Llama la atención ver a Luciano Parejo firmando el proyecto de ley de reforma de la legislación urbanística de Valencia. Sorprende que quien redactó la ley valenciana ahora denunciada sea quien se va a encargar también de reconducirla.

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Comenzó muy fuerte. Sus primeros libros de éxito en materia urbanística (las Lecciones con García de Enterría y La ordenación urbanística, ambos de los primeros años 80) eran muy buenos trabajos. Luego se asentó en la universidad y en el Instituto Pascual Madoz. Escribió mucho y comenzó a trabajar en urbanismo. Dictó numerosísimas conferencias y cursos, y se consolidó como un profesional muy reconocido. Le llovieron los encargos. En pocas autonomías, si es que hay alguna, no ha trabajado Parejo redactando o asesorando la legislación urbanística correspondiente. Castilla-La Mancha y Castilla y León, Asturias, Valencia, Andalucía, Canarias, Extremadura... Por si fuera poco, fue también el redactor de la actual ley estatal del Suelo, 8/2007.

Desde luego el argumento para encargarle nuevos trabajos es obvio: nadie como él debería conocer el urbanismo español a fondo. Ha trabajado para gobiernos del PP, del PSOE y mediopensionistas. Por eso, cuando se hablaba de la enorme complejidad que se iba a derivar de que las competencias urbanísticas correspondiesen a las comunidades autónomas no se contaba con la unificación que se iba a conseguir a título personal. Y de hecho, las semejanzas entre unas y otras leyes autonómicas son enormes. ¿Clases de suelo?: las mismas en todas partes, y casi con idéntica denominación. ¿Tipos de planes?: Prácticamente iguales todos. ¿Figuras como la del suelo “no consolidado”?: lo hay en todas partes. ¿Sistemas de actuación?: todos idénticos. Esto sí que es concurrencia. Podrían decir que era lógico que las buenas experiencias se trasladasen de un lugar a otro. Pero aquí se ha repetido casi todo acríticamente, incluidas algunas fórmulas que han demostrado fehacientemente, una y otra vez, sus malos resultados.

Pero Parejo no sólo ha trabajado con las administraciones públicas. También ha estado con los particulares. Recientemente hubo un conflicto en Valladolid, a propósito de un plan parcial llamado Valdechivillas, en el que presentó un informe sorprendente. Según declaró el promotor del plan (Urbespacios), y publicó la prensa, Parejo recomendó “reclamar responsabilidades en los tribunales a los concejales del PP de Valladolid que votasen en contra de la aprobación del Plan Parcial”. Según nuestro criterio, una recomendación alucinante. Según la opinión de Parejo, recogida en la prensa, el reglamento de urbanismo vigente en Castilla y León refleja que la facultad de los ayuntamientos para aprobar un plan parcial "empieza y acaba" por la aprobación inicial, por lo que “la obligación del Consistorio es dar el visto bueno a la provisional en el Pleno con la única posibilidad de corregir las deficiencias que contenga a la luz de los informes emitidos". Nunca hubiéramos pensado con tanta claridad que el papel de los concejales se limita a apretar un botón, ya predeterminado, sin posibilidad de considerar nada más. Raro.

Pensamos que un extraterrestre que llegase a este país, sin saber nada de nadie, consideraría que uno de los máximos responsables del desastre urbanístico existente tendría que ser precisamente este catedrático. Nosotros no diremos nada parecido. Pero sí queremos señalar la sorpresa que nos produce esa extraña fijación que parecen tener con él todos los gobiernos: centrales, autonómicos, municipales y de Urbespacios. Ciertamente, un enigma.