Localización: Bajo, sobre, entre la propia Brujas. También dispersa en muchas almas que la habitaron, y las que consiguieron evocarla, o las que andan como enamoradas y la encuentran sin querer. Descripción: en fotos, una novela, y ópera en tres actos. Informadores: Georges Rodenbach, Erich Wolfgang Korngold y, por omisión, Jorge Luís Borges. Tema: la importancia del olvido.
Argumento. Tras el esplendor alcanzado en el siglo XVI, Brujas pagó su indolencia dejándose ir en un desmayo que la condujo al siglo XIX ausente de referencias sobre el mapa europeo. La falta de iniciativa en la mecanización de su manufactura textil arruinó toda oportunidad de empleo, quedando como uno de los enclaves más pobres y oscuros de Bélgica, desligado de toda relación posible. Entonces vino a conocerse como Brujas la muerta.
Así las cosas, Georges Rodenbach (Mallarmé: C'est très beau et très Poe, cela) publica en 1892 su obra Bruges-la-Morte, fantasía novelada de una desventurada historia de amor que culmina en crimen grotesco, animando la ciudad como espectro actor y cómplice. La narración se desarrolla bajo una constante correspondencia entre los espacios muertos y el recuerdo de la difunta mujer del protagonista, que declama alucinado su cerrada desolación. El afán de superar tan intenso dolor lo mantiene en un recorrido obsesivo de añoranzas (vidas imaginadas) que dilucida sobre las calles y canales de Brujas la muerta: imagen y arrebato, lugar y emanación, el refugio concupiscente donde cumplimos nuestros sueños.
Derivaciones. Erich Wolfgang Korngold (a quien Robin Hood salvó la vida) comenzó a componer la música de "Die tote Stadt" en 1916, tras un afortunado encuentro de su padre Julius con Siegfried Trebitsch, que a la sazón trabajaba en la traducción al alemán de Le Mirage de Rodenbach, basada en Bruges-la-.Morte. Concluyó la partitura en el verano de 1920, estrenando a final del mismo año con éxito incuestionable. La primera parte de esta exquisita obra es una canción que se ha convertido en su composición más famosa: el lied de Marietta. Una melodía admirable que regresa con gloria al final de la ópera, cuando Paul vuelve a entonarla, aceptando finalmente la pérdida de Marie (y con ella la ciudad): no hay más vida, aquí abajo.
Derivación segunda: Rodenbach originalmente publicó su novela incluyendo una selección de reproducciones fotográficas en medio tono, con la intención de situar al lector bajo la influencia de la ciudad: sentir el agua, ver cómo el texto se oscurecía bajo la sombra de sus torreones. La fotografía como vestigio o reliquia, artes de alegoría. Y de aquí un enlace para jugar con la Bitácora: entrada Frágil teatro de la memoria.
Derivación tercera: las crónicas de la época nos dicen que para los conductores de coches de plaza, Brujas era como una espiral laberíntica, extraña a las leyes del tiempo y el espacio, de tal modo que un turista poco avisado, sin brújula o mapa, terminaba constantemente en el punto de partida, extraviado a causa del raro menester de quienes desplegaron la ciudad sobre órbitas tan misteriosas.
Ejemplos. Todos cuantos tememos reconocer, allí donde las calles nos abandonan. Las Atlántidas de Ortega y Gasset para los más desesperanzados (en su Roma nos detendremos un día), y el Mahagonny de Brecht-Weill para los que quieran percutir con música y desenfado.
Opinión. Quizás tengamos la posibilidad de dotar de un sentido, o de reconocerlo en el espacio, pero no la de fijarlo. Empeñarnos en sobrevivir a nuestra obra nos distrae de ser paisaje. Las ciudades pueden agotarse, y ser olvidadas. Y nosotros, mientras, enloquecer.
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