Detalles del post: Fresh Kills y el sueño de unos androides

21.10.10


Fresh Kills y el sueño de unos androides
Permalink por Poto @ 23:37:12 en Restos del naufragio -> Bitácora: Náufragos

Una instrucción de mímica

The Fresh Kills Park Draft Master Plan (imagen procedente de nyc.gov)

Fresh Kills se ubica en el distrito neoyorquino de Staten Island, junto al antiguo estuario cuya ribera fue brevemente ocupada por los holandeses (de ahí la voz kills, que en neerlandés denomina una corriente de agua). Aquí se encuentra el que durante la segunda mitad del siglo XX fue el mayor vertedero del mundo, producto de la penetrante gestión desarrollada por Robert Moses en la feroz reforma del Nueva York de posguerra. Unas mil hectáreas acogiendo 26.000 toneladas diarias de desperdicios.

[Mas:]

En el año 2001, el Departamento de Planificación Urbana de la ciudad (DCPNYC), convoca un concurso internacional para contratar la asistencia técnica de un equipo de urbanistas (es complicado: allí, como va siendo aquí, se trata de algo que podríamos ir llamando ingenieros formales del paisaje, qué bonito). El objetivo: planificar la transformación de Fresh Kills en un parque. Resultó seleccionada la firma Field Operations, que acomete la redacción de un Plan Director cuyo contenido se da a conocer en marzo de 2006. Se trata de la mayor actuación en materia de espacios libres desde la constitución del corredor verde del Bronx en la década final del siglo XIX. Actualmente se encuentra en ejecución la primera fase, alguno de cuyos espacios son objeto de visitas guiadas y toda clase de eventos, como concursos de haikus. Así hasta dentro de 30 años.

Si atendemos a los propósitos de ordenación del Plan Director, hallamos el reverso de la moneda de Moses (sería absurdo e irrespetuoso pensar que a la vuelta acechaba Jane Jacobs), adoptando toda la panoplia disciplinar propia de la nomenclatura de las nuevas economías sostenibles. La pregunta es: ¿qué hay de malo en construir un parque donde antes se extendía un vertedero?

May

John May es profesor en los Departamentos de Geografía y Arquitectura de la Universidad de California y Los Ángeles (UCLA) e Investigador en su Instituto del Medio Ambiente. Obtuvo la maestría en Arquitectura por la Universidad de Harvard, además de un doctorado en Geografía y Estudios Ambientales (UCLA). En la publicación Verb: Crisis, además de la contemplación del sitio de Fresh Kills, nos ofrece una viva reflexión sobre sus hechos y circunstancias.

Una vez fijada la fuente, nos atrevemos a repasar la traducción, y abordar su paráfrasis con todo respeto, a modo de largo argumento, no acerbo, no cornudo, pero acaso.

1. El documento de Fresh Kills es básicamente un plan territorial que remite a las dos grandes cuestiones del urbanismo: por un lado, las acciones emprendidas para preservar y mantener ciertos tipos de vida; por el otro, un compendio de la muerte, que aunque se mantiene sigiloso en un segundo plano, habilita la primera acción. El urbanismo se presenta, ante todo, como violencia.

2. Aquí los arquitectos suelen desempeñar un papel importante. En los concursos se halla presente el deseo de cambiar la imagen de un lugar determinado en la memoria colectiva de una población. Iniciativas como el concurso del Parque Fresh Kills devienen como instrumentos para extender el dominio de un interesado tipo de valores.

3. En Fresh Kills, la propuesta de Field Operations se formula a través de un documento cuidadosamente elaborado que revela más sobre nosotros mismos que sobre el lugar en sí. Está plagado de afirmaciones reduccionistas que silencian los detalles más dolorosos de la historia del lugar, disimulando la falta de comprensión de los factores ambientales que están en juego.

4. El urbanista plantea promesas que no puede cumplir, pero todo se le perdona si sigue haciendo promesas. En última instancia, el urbanismo fundamenta su poder en el temor: el temor colectivo a lo desconocido, a las incertidumbres de la condición humana.

5. El pasado del urbanismo está repleto de anécdotas sobre su impotencia suprema ante la naturaleza. Pero no hay cursos académicos que analicen la eliminación gradual y planificada del paisaje y las repercusiones de estas pérdidas. Los urbanistas prefieren dejar estos temas a los historiadores. Lo que sí encontramos es un adoctrinamiento continuo sobre los caprichos del discurso administrativo, cuya primera regla es que todo ha de definirse como un problema en busca de una solución.

6. Desde hace algún tiempo los arquitectos se sienten atrapados por el hecho de que constituyen un grupo cada vez menos relevante en la producción del entorno construido, pero también por el deseo de seguir reafirmando su ego a través de la práctica arquitectónica. En consecuencia el arquitecto ha optado por convertirse en urbanista.

7. Si las cuestiones relativas al conocimiento se importan de la teoría del urbanismo, entonces la arquitectura sólo va a heredar la responsabilidad de haber orquestado pesadillas incluso mayores; de haber destruido, con toda la buena intención y bajo las banderas del desarrollo y el aderezo urbano, territorios incluso más extensos. Pero ¿qué pasaría si la arquitectura, al reformularse como urbanismo, comienza a plantearse otras cosas?

8. Esta estrategia ha ido acompañada de un agnosticismo más bien peligroso respecto al capitalismo neoliberal -o por lo menos al tipo de vida que propone- que ha sido acogido con entusiasmo por una generación de estudiantes que no parecen conscientes del hecho de que la extracción, la producción y el consumo masivos representan un riesgo letal. Es por esto que lo que hoy se considera urbanismo es tan comedido, tan silencioso. Ignora la destrucción, que se ha disfrazado elegantemente como mejora, y es incapaz de atacar la violencia, que se llama a sí misma belleza.

Lady Liberty

Se alza con levedad, sobre las palabras de May, el Ángel de la Historia de Benjamín. La tormenta del progreso que lo retiene, su mirada de espanto fija en el pasado, en tanto la fuerza de los vientos lo impele hacia a un futuro que siente de espaldas. La ruina le es servida sin tregua, alzando una pila que parte el cielo, sin que pueda el Ángel aliviar su desolación por no lograr quedarse, despabilar a los muertos y reparar lo destruido.

Nada lejos de allí, al pie de la Estatua de la Libertad, pide el verso de Emma Lazarus "el desamparado desecho de vuestras rebosantes playas".

Y resulta que se refería a la gente. Esos detalles dolorosos de la historia del lugar.

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