Un tema urbanístico que no pasa de moda
No hace falta definirlos, pues todos sabemos lo que son y lo que hacen. Los soportales, por de pronto, protegen del clima adverso. Preservan del agua cuando llueve, dan sombra cuando el sol aprieta y procuran abrigo frente a los vientos dañinos. Facilitan el comercio, que se cobija detrás de las columnas. Proporcionan una imagen de unidad morfológica a los frentes de calle que los poseen. Crean una banda de cierta ambigüedad, mitad adentro, mitad afuera, un dominio interior/exterior que permite percibir el ámbito privado como una suerte de prolongación del público, mientras que el espacio exterior se ve atraído hacia el interior de los edificios. Son una de las soluciones tradicionales más amables. Todo el mundo los quiere. Y sin embargo, parece que últimamente los estamos echando en el olvido.
1. Podría decirse que hay unas dimensiones críticas, mínimas y máximas, para que el soportal funcione bien. Una anchura y una altura entre 2,5 y 5 m. La medida tipo: 3 x 3 m. Aunque el tamaño final más adecuado depende de la proporción del edificio completo (ver Almagro), de si abren a él una o dos plantas, de la cantidad de gente que vaya a atravesarlo, etc. Tienen una directriz lineal, tangente al espacio público, pero a veces se extienden o ramifican perpendicularmente, construyéndose desde ellos pasajes hacia otras calles posteriores.
2. Los hay sencillísimos y también extraordinariamente complejos. Por su forma, por la constitución material de los soportes, pueden distinguirse algunos ejemplos elementales, realizados con sencillos postes de madera (Traspinedo, Valladolid), con piezas de piedra de un solo bloque, con columnas de ladrillo, de hierro, etc.; de otros que son mezcla de varios elementos, con resultados sorprendentes. También los hay adintelados (con vigas de madera, por ejemplo), y formando arcadas, con arcos de medio punto, rebajados, adintelados, o incluso con líneas más rebuscadas. Las columnas, a veces dispuestas de una en una, con un ritmo fijo; o marcando pautas de pareadas. O sin ritmo musical, simplemente dobles en los cambios de edificios y propiedades. Con refuerzos en las esquinas (ver Escorial) o sin ellos. Importa también llamar la atención sobre las zapatas (de madera, de piedra; toscas o labradas) o los capiteles (Pedraza). Y sobre las bases o pedestales de piedra o, cuando no los hay, sobre otras formas de apoyarse las columnas en el suelo.
3. Con frecuencia se plantean soportales con un diseño unitario, que consigue mantenerse a lo largo del tiempo. Un diseño que puede afectar a toda la fachada o sólo a la planta baja. Y que incluso, en algunos casos, se ha llegado a construir previamente la planta de calle de un frente de eficios como pieza autónoma, levantando después el resto de cada una de las casas. Aunque lo más frecuente es condicionar únicamente las dimensiones y el trazado, dejando que las soluciones concretas de construcción sean diferentes en cada edificio.
4. Importa pensar en los usos que le van a afectar. En primer lugar, el uso de su propio espacio. Siempre es para los peatones, pero los ha habido que han permitido el paso de caballerías (incluso distinguiendo en el pavimento una zona para ellas). Allí se dan también usos específicos. Terrazas de bares y cafeterías, a la sombra, o con estufas en invierno. Mercadillos, venta ambulante. Y cuando viene al caso sirven de protección como paradas de autobús o de taxi, etc. Pero lo fundamental es prever si en la planta baja del edificio va a haber comercio o vivienda. U oficinas, que también se ven. O nada: hay soportales, también magníficos (aunque mucho más austeros en su uso), que se cierran lateralmente con una pared o muro, como es el caso de las bandas porticadas de algunos palacios, por ejemplo (ver Aranjuez).
5. Algunos detalles son importantes. Por ejemplo, si al pie de las columnas comienza la calzada (y hay, por lo tanto, un bordillo) o se extiende la acera. Si hay murete o banco de separación entre interior y exterior (Aranda). Si se da luz al sótano desde el suelo del soportal o se abren ventanucos (o huecos más grandes) desde el suelo de la planta primera del edificio, en el techo del soportal (para acceso de materiales, para vigilancia, etc). Porque también es importante cuidar esa superficie. Un techo que puede resolverse simplemente con una superficie lisa, o bien con viguería de madera, casetones o, como fórmula más elaborada, con bóvedas (de yeso, de ladrillo, de piedra). (Ver Vosges, París).
6. Proponer soportales en el planeamiento puede suponer algún problema para gente con pocas ganas de trabajar. Pues es verdad que para que tengan sentido deben fijarse en los planos, no basta permitirlos en la normativa (los fragmentos de soportal pueden resultar absurdos, e incluso contraproducentes, y hay que garantizar la continuidad entre unos y otros edificios) (Ver Ayllón). También hay que pensarse cómo puede afectar a las medidas de la edificabilidad, definir la responsabilidad del mantenimiento, evitar posibles problemas que puedan surgir en los sótanos bajo su traza, etc. E incluso, ya afinando mucho, podría analizarse el soleamiento, el régimen de vientos, etc., para actuar en consecuencia al determinar las características de unos y otros portales. O prever enlaces entre unas y otras manzanas para mantener recorridos a resguardo más completos (con piezas de enlace, como en la plaza Mayor de Burgos, por ejemplo).
7. En cualquier caso, cuando llegan a constituirse recorridos amplios, largos, completos, el resultado es de una urbanidad magnífica. Avilés, con sus 4 km. de soportales es un ejemplo modesto, pero estupendo. Y Bolonia, con más de 30 km., es la mayor referencia en este tema. Y cuando el alumbrado se dispone con intención el efecto en la noche es aún más llamativo. Insistimos: una solución siempre bienvenida.
Para las asignaturas de “Planeamiento de Nuevas Áreas” y “Gestión y ejecución del planeamiento” de la Escuela de Arquitectura de Valladolid
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código original facilitado por
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