Una ronda, y otra ronda, y otra ronda
Los ogros son como las cebollas (Shrek dixit). Pero las ciudades, lamentablemente, y por más que algunos se empeñen, no lo son (nosotros diximus). Obcecarse en rodearlas de capas y más capas parece ser, en demasiadas ocasiones, la única idea que se les ocurre a los responsables de organizar el viario estructural urbano. Se toma una ciudad y se rodea de un anillo viario: llamémosle M-10. Luego otro, y otro y otro. Se nombran con la inicial de la ciudad de que se trate, un guión y un múltiplo de 10. Y si algún tramo de autovía o autopista ha de discurrir entre dos de los anteriores cinturones se termina en 5 (M-45: grandísima imaginación, no cabe duda). Pero hay que decir que finalmente (y siguiendo una vez más el doctorado de Shrek), cuanto más se empeñen las ciudades en parecerse a las cebollas, más te harán llorar.
Son cebollas las ciudades españolas: M-30, 40 y 50 en Madrid; V-30 y V-31 en Valencia; B-10, B-20 y E-15 en Barcelona; Z-30, Z-40 y E-90 en Zaragoza; Rondas, E-80 y VA-20 en Valladolid; Rondas y A-51 en Ávila; SG-20 en Segovia; SA-20 y E-80 en Salamanca; AC-404, SC-20 y Autopista del Atlántico en Santiago de Compostela; SE-20 y SE-30 en Sevilla; Colombia y A-70 en Alicante; etc. Pero también se ven esas capas rodadas en algunas otras ciudades europeas (como las rondas y la A-51 en Milán: una cebolla perfecta).
Sin embargo, no es el único modelo posible de estructurar el viario rodado de una ciudad y ni siquiera es el mejor. Al contrario, en algunos casos se recomienda precisamente evitar esos círculos completos, por ser inadecuados, inconvenientes, despilfarradores, nada imaginativos. Por citar un caso en que se desaconsejan los cinturones completos y cerrados, recordemos a Sybrand P. Tjallingii, en Ecopolis. Estrategias para un desarrollo urbano ecológicamente válido (Leiden, Backhuys Pub., 1995): “Si deseamos mantener las cuñas verdes libres de edificación se impone reducir al mínimo el número de arterias principales que las recorran. La solución más obvia es mantener la carretera principal dentro de la ciudad, y evitar vías perimetrales que bordeen las áreas construidas, o incluso fuera de ellas, porque atraerían y desplazarían demasiadas actividades y formarían una fuerte barrera y obstáculo de acceso a las diferentes funciones de las áreas verdes”. En consecuencia planteaba una estructura organizada en función de un “anillo interior y abierto, en herradura”.
VA-20, VA-25, VA-30, etc. Efectivamente, para llorar.
Para las asignaturas de “Planeamiento de Nuevas Áreas” y “Gestión y ejecución del planeamiento” de la Escuela de Arquitectura de Valladolid
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código original facilitado por
B2/Evolution
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la ciudad en ciernes . . || . .
la ville en herbe . . ||