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06.06.09


Ciudad/gemelos
Permalink por Saravia @ 02:20:13 en Lugares imaginarios -> Bitácora: Mundos

Espejismos en Valdrada

Dualidades y reflejos en el patio del CCCB de Barcelona (foto de javier1949, cargada el 15 de marzo de 2009 en flickr.com/photos/javier1949/3358191790).

Localización: Al parecer, Valdrada se encuentra en Asia. Descripción: Valdrada es dos Valdradas. Está construida de tal forma que cualquiera que llegue ve siempre dos ciudades: una directa sobre el lago y una de reflejo invertida. Se levantó a orillas de un lago de aguas tranquilísimas “con casas todas de galerías que asoman al agua los parapetos de balaustres”. Más o menos como en esta imagen de Burdeos, sobre modelo de esta otra del Monasterio de Piedra. Pero en esta ciudad la doblez llega más lejos, pues “no existe o sucede algo en una Valdrada que la otra Valdrada no repita, porque fue construida de tal manera que cada uno de sus puntos se reflejara en su espejo, y la Valdrada del agua, abajo, contiene no sólo todas las canaladuras y relieves de las fachadas que se elevan sobre el lago, sino también el interior de las habitaciones con los cielos rasos y los pavimentos, la perspectiva de los corredores, los espejos de los armarios”. Informador: Nuevamente Italo Calvino, en Las ciudades invisibles (Turín, 1972). Tema: El doble y el desdoblamiento, el espejo, los gemelos, la sombra, el dos, el ddooss.

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Argumento. Los habitantes de Valdrada saben que cada uno de sus actos es a la vez su imagen especular (y esta última, además, cargada de una especial dignidad). Pero la conciencia de la imagen reflejada no les deja vivir; les impide abandonarse al azar o al olvido. Y esa desazón les lleva a valorar de la misma forma tanto los hechos de la convivencia, la cercanía o la lucha (los gestos de los amantes o los asesinos, por ejemplo), como la imagen límpida y fría de esos mismos hechos en el espejo. Porque la imagen reflejada, o bien acrecienta el valor de las cosas, o bien lo niega: “No todo lo que parece valer fuera del espejo resiste cuando se refleja”. En todo caso, las dos ciudades gemelas no son iguales. “No son iguales, porque nada de lo que existe o sucede en Valdrada es simétrico: a cada rostro y gesto responden desde el espejo un rostro o gesto invertido punto por punto”. Difícil vida la de Valdrada.

Derivaciones. Hay muchas figuras vinculadas a este tema. Por de pronto, algunas están en relación con el pensamiento básico, pues los gemelos han sido los depositarios privilegiados de esas relaciones binarias sobre las que se estructura el pensamiento primitivo (Perrot). El cielo mismo que nos rodea se ha visto escindido en dos mitades que giran y aparecen alternativamente. Los dos dadóforos, Cautes y Cautopates, uno con la antorcha hacia arriba y otro hacia abajo, nos lo indicaban así. El uno (quemador, inflamador) sugiere la idea del ascenso; el segundo (caminar hacia abajo), el descenso solar. Ambos moraban en las estrellas; y son, según Ignacio Gómez de Liaño (El círculo de la sabiduría, Madrid, Siruela, 1998), adaptación de los Dióscuros, los dos hemisferios en que está dividido el cielo, uno encima de la tierra y otro debajo. En una rueda perpetua, pues el cielo gira y cada hemisferio cambia alternativamente de posición. Mareo.

Pero, detrás del misticismo, también el doble ha servido para la diversión. Cuando el parecido físico entre dos personas es muy grande se posibilitan toda clase de confusiones, representaciones, suplantaciones y enredos cómicos. Desde los “Menaechmi” de Plauto, a Lope de Vega (“El palacio confuso”), Alarcón (“La crueldad por el honor”), Shakespeare (“Comedy of errors”), Zorrilla, Mark Twain, o incluso Saramago (esta vez ya no tan cómico: “El hombre duplicado”). A veces las parejas se oponen (maniqueísmo, Esaú y Jacob, la rivalidad entre gemelos) o son generadoras (dialéctica). El día y la noche, el león salvaje y el león domado, caballo blanco y caballo negro, el sol y la luna, cazador y pastor, mar y montaña (langosta y pollo). De Géminis se dice que está en el arranque de la multiplicidad, que detrás de la fuerza creadora de Aries y Tauro se escinde en un dualismo que avanzará hacia la multiplicidad. Géminis es una puerta que se abre. Las columnas de Hércules en la puerta del Mediterráneo. Y el dios Jano, el de las dos caras, que era el dios de las puertas, de los comienzos y de los finales, las llegadas y las despedidas (de ahí Janeiro, el Enero con que empieza cada año). Con las dos caras se alude a cambios y transiciones.

Además, tantas veces, las parejas se bastan. Gasquet decía que “el mundo es un inmenso Narciso en el acto de pensarse a sí mismo”, y que por eso Narciso era el símbolo de la actitud autocontemplativa, introvertida y absoluta. Como Narciso en el espejo, también Burdeos (ya lo vimos antes) se piensa a sí mismo en su propio reflejo. El eco que vuelve (sólo el aullido del lobo no tiene eco), la sombra que nos sigue. Los pares, como en el mito de la media naranja y el ser esférico perfecto, también se complementan. “El desdoblamiento quizás no suponga más que una metáfora de esa antítesis o de esa oposición de contrarios, cada uno de los cuales encuentra en el otro su propio complemento; de lo que resultaría que el desdoblamiento (la aparición del Otro) no sería más que el reconocimiento de la propia indigencia, del vacío que experimenta el ser en el fondo de sí mismo y de la búsqueda del Otro para intentar llenarlo; en otras palabras, la aparición del Doble sería, en último término, la materialización del ansia de sobrevivir frente a la amenaza de la Muerte” (Juan Bargalló, “Hacia una tipología del doble”, en J. Bargalló, ed., Identidad y alteridad: aproximación al tema del doble, Sevilla, Alfar, 1994).

Los pares adoptan diversas fórmulas de convivencia. Dos encarnaciones alternativas de un solo y mismo individuo pueden coexistir en un solo y mismo mundo de ficción. Puede darse la interacción física o verbal entre ambas, como en El Doble, de Dostoïevski. Pero puede que se excluyan mutuamente, como en El Doctor Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson. La relación entre ambas encarnaciones puede ir desde la semejanza total (lo que conlleva la posibilidad de sustituirse el uno al otro, como en Dostoïevski o en los exámenes) hasta el contraste más perentorio (en Stevenson). En cualquier caso, el enfrentamiento suele conducir a un desenlace trágico. Y por esta razón las historias de dobles terminan tan a menudo en homicidio que es, a la vez, un suicidio. Tragedia de la duplicidad.

Ejemplos. Nos imaginamos una ciudad que asume y recoge ejemplos miles de pares y de dobles. En primer lugar, siendo ella misma gemela de otra. A veces se denominan como “gemelas” las ciudades que se forman de la combinación o fusión de dos ciudades adyacentes: Twin City (Georgia, USA) deriva de Graymont y Summit. Comayagüela (originariamente un poblado indígena en torno a una mina) es gemela de Tegucigalpa; y entre ambas se forma el Municipio del Distrito Central, la capital de Honduras. Pero otras veces no llegan a integrarse. Tlatelolco es la ciudad gemela de Tenochtitlan, siempre a su sombra. A veces sólo una calle, un canal o un río separan a dos ciudades gemelas: Minneapolis y Saint Paul, en Minnesota, están separadas por el Mississippi; Santa Fe y Paraná en Argentina, quedan a ambos lados del río Paraná; Brazzaville y Kinshasa, a ambos lados del Congo. Y Acarigua y Araure en Venezuela; o Alcobendas y San Sebastián de los Reyes en España, se encuentran separadas por una sola calle. Podemos ver muchísimas ciudades mellizas, e incluso hasta trillizas, como el conglomerado en torno al Amazonas de Tabatinga (Brasil), Leticia (Colombia) y Santa Rosa (Perú).

También hay barrios dobles. En algunas ciudades hace tiempo surgieron nuevos barrios, fuera de sus límites, que espejaban al original. En Miranda de Ebro, por ejemplo, el barrio de Allende o de San Nicolás, al otro lado del río. Pero no hace falta tanta claridad de origen. Las dualidades se forman en el interior. Platón lo dijo en la República: “Cualquier ciudad, por pequeña que sea, está, de hecho, dividida en dos, una ciudad de los pobres y otra de los ricos”. Y Castells y Mollenkopf lo repitieron para la Nueva York de nuestros días (Dual city. Restructuring New York, Russell Sage Foundation, 1991). También pueden organizarse calles gemelas. Y disponer edificios gemelos. Como las tristemente famosas torres gemelas de Nueva York. O las iglesias (chiese gemelle) de Santa Maria dei Miracoli (1681) y Santa Maria in Montesanto (1679), en la Piazza del Popolo de Roma. También son dobles las torres Petronas, las torres del Lippo Centre de Hong Kong, los pequeños edificios de la Prefectura Naval Argentina y la Aduana, en Puerto de Concepción del Uruguay; o las iglesias casi gemelas (llamémoslas mellizas) de la Piazza San Carlos de Turín. Recientemente hemos previsto dos pequeños edificios gemelos en un municipio que quedó partido en dos por una autovía (San Cristóbal de Segovia): uno a cada lado, saludándose desde lejos e intentando con ese saludo nuevamente la unidad.

Y habría en esa ciudad reflejo de Valdrada primeras viviendas, pero igualmente viviendas secundarias. Y en idéntico número. Primeras y segundas. Un viejo libro entendía la segunda vivienda como una “segunda oportunidad” residencial (P. Sansot, H. Strohl, H. Torgue y C. Verdillon, L´espace et son double. De la résidence secondaire aux autres formes secondaires de la vie sociales. París, Ed. du Champ Urbain, 1978). No está mal. Una segunda oportunidad que también se sustenta en Second Life, con sus ciudades virtuales, como la gótica Blood City. Habría muchos edificios con fachada de espejo. Pero muchos más espejos se concentrarían en suntuosas galerías (al modo de la de Versalles, por qué no). Pero sobre todo, los grandes espacios se organizarían (“se compondrían”, podríamos decir) sobre ejes de simetría, doblando a un lado y otro, como en un espejo, las imágenes. Se trata de un tema crítico: la simetría en la composición urbana. (Seguiremos ahora a Pierre Riboulet, Onze leçons sur la composition urbaine, Presses de l´école nacionales des Ponts et Chaussées, París, 1998). Si buscamos unidad, como en Valdrada, el trabajo de composición podrá conducirnos a una dualidad. Pues se comprende fácilmente que en tal caso los dos elementos iguales no podrán entrar en competencia. Cuando el eje de la composición queda sobre el vacío, como sucede en los accesos urbanos, es necesario que las construcciones de uno y otro lado no presenten motivo central propio, o que esos motivos se organicen en función de aquel vacío. Así se hizo, por ejemplo, en la Concorde o en el Trocadero de París. “El error –dice Riboulet- es situar a cada lado del eje construcciones ellas mismas axées (orientadas y organizadas con sus propios ejes), como en el célebre ejemplo de las dos iglesias de la Piazza del Popolo de Roma, a la entrada del Corso”.

La simetría no supone dualidad, sino fuerte unidad. “La composición urbana por ejes de simetría ha sido siempre el medio más seguro para conseguir la unidad. Permite, además, el control de inmensos espacios. Marca fuertemente el elemento principal, la cabeza y la subordinación de las partes. Y por todas esas razones, ha sido el modo preferido por los príncipes”. Por un sistema de ejes jerarquizados se pueden obtener, como en un juego de espejos sucesivos, totalidades urbanas enteramente unificadas. La simetría tranquiliza, como nos dice el escritor Hector Bianciotti de forma clara: “Hay en nosotros una necesidad de ver la simetría. Porque es como una tabla de salvación. Afrontar lo informal está por encima de nuestras fuerzas. Todo en la vida nos parece confuso, inacabado, y a veces la simetría de un palacio, de una hermosa arquitectura, nos hace pensar que existe en la materia una vocación de hacerse visible, inteligible. Es como un regalo”.

Opinión: Un gran estanque de azogue reflejaría las casas y los cielos. Pero ¿nos interesa? No está claro. Según nos informó Calvino, “las dos Valdradas viven una para la otra, mirándose a los ojos de continuo, pero no se aman”.

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