34. La segunda residencia
Darwin tenía razón y descendemos del mono. Concretamente, del prefijo mono. Hemos pasado del monoteísmo al politeísmo (adorar simultáneamente a varios dioses); de la monogamia a la poligamia (adorar simultáneamente a varias mujeres o varios hombres, según corresponda); del monoglota al políglota; de la piel a la polipiel; del monosílabo (sí, no) al polisílabo (afirmativo, negativo); del monovalente al polivalente; del monótono al politono (adorar simultáneamente a varios cantantes de moda, y bajar sus melodías al móvil). Simultáneamente y varios: los términos de la evolución. Ahora estamos trabajando en el paso de la monorresidencia a la poli o multirresidencia. Es decir: residir simultáneamente en varias viviendas.
1. El primer paso fue, en los años 40, la denominada “segunda residencia” (un término administrativo “sin gracia, pero difícil de sustituir”, como nos dice Françoise Dubost en L´autre maison, París, Autrement, 1998). Antes era únicamente la “casa de campo”. Luego llegará la verdadera multirresidencia (tres o más viviendas en distintas ciudades). Básicamente inserta en el paisaje, la segunda vivienda responde a “la llamada de los lugares”. Flaubert valoraba de la casa en el campo que buscaban Bouvard y Pécuchet que tuviese un horizonte abierto; y Stendhal veía a sus personajes cazando mariposas en el huerto. Porque en la segunda casa se buscan los recuerdos de la infancia, las vistas, el aire libre, la reputación del lugar, los encantos del jardín.
2. Las puertas de las casas de campo se dejaban siempre abiertas (Virginia Wolf, El paseo al faro). Y la forma de valorar sus atractivos nos la enseñaron los pintores del XIX: Monet en Argenteuil, Bonnard en Vernonnet, Matisse en Issy-les-Moulineaux. Interiores apacibles con ventanas que se abren al jardín. Chimenea y leña, barbacoas. Vida campestre. Deporte, cielo abierto, mar, piscina. Ocio, bicicletas, ambiente de aventura, dolce farniente: “Haremos lo que nos plazca, nos dejaremos crecer la barba” (otra vez Bouvard y Pécuchet). Felicidad: En la antigua casa de campo restaurada “comenzaron los más bellos días de mi vida” (Marcel Pagnol). De ahí el regocijo de las “reencontradas”, esos días del año en que se volvía, después del sueño del invierno, a la casa de campo (François Mauriac).
3. La familia y los amigos. Hay diversos modelos de segunda residencia para atender a las diferentes demandas y grupos sociales, pero en todas sus formas (rural o turística, individual o colectiva), la familia es el elemento motor y la principal razón de su adquisición. Es el lugar por excelencia de reagrupamiento estacional. Y también de recomposición de amistades y reencuentro con el sentido de la comunidad. Los “residentes secundarios” buscan una sociabilidad que parece haberse perdido en las grandes ciudades. Allí se aplica la “hipótesis de compensación”: estas casas compensan algunos déficits de la ciudad (J. López, J. A. Módenes y B. Yépez, “La residencia múltiple en la población urbana española: análisis sociodemográfico de la posesión de vivienda secundaria”, Ciudad y Territorio 157, 2008).
4. Las casas en el campo suponen la generalización de un modelo aristocrático, que nunca desaparece de ellas por completo. Factor de prestigio, su mejor expresión está en los edificios rurales antiguos. Todavía son minoría quienes disponen de segunda vivienda. En España, en 2001, uno de cada 6 ó 7 hogares la tenía (se trata de un fenómeno creciente, pues en 1980 no llegaban al 6% los hogares poseedores de una vivienda secundaria en España). En los países del sur de Europa (España, Italia, Grecia, Portugal) cerca del 18-20% de las viviendas están destinadas a segunda residencia. Pero en el norte y el centro del continente no llegan al 4 ó 5%. Es curioso: los principales demandantes de segunda vivienda son los habitantes de las grandes ciudades y poseedores de casas grandes, con una edad entre 45 y 60 años, sin cargas financieras ligadas a la primera residencia.
Estamos, pues, en el paso de la monorresidencia a la plurirresidencia (o multirresidencia, o polirresidencia), aunque todavía minoritario, quizá incipiente. Hoy por hoy no parece generalizable a toda la población. Es costoso (en gasto de infraestructuras ociosas, mantenimiento, servicios sociales). Pero por otro lado este modelo favorece la mezcla y da juego a la estacionalidad. ¿Qué pensar de él? En cualquier caso no deberíamos darlo por irreversible. Pues también vivimos procesos opuestos a la tónica general (el paso del mono- al poli- que comentamos antes) en las transiciones de los patines al monopatín, de la vía férrea al monorraíl; del diálogo al monólogo y del polisabio al monosabio. Aparte, naturalmente, de la monarquía, que no procesa ni hacia delante ni hacia atrás.
Para las asignaturas de “Planeamiento de Nuevas Áreas” y “Gestión y ejecución del planeamiento” de la Escuela de Arquitectura de Valladolid
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código original facilitado por
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