Detalles del post: Adiós a la pajarita

05.03.08


Adiós a la pajarita
Permalink por Saravia @ 13:13:40 en Profesión -> Bitácora: Plaza

Transformaciones en la profesión de arquitecto

Le Corbusier, en una imagen de kostasvoyatzis.wordpress.com

Estamos en un momento comprometido para la definición profesional del arquitecto. La nueva revisión de los planes de estudio a que lleva el Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, "por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales", nos obliga a pensar, una vez más, en el contenido de la profesión. Veamos, para empezar, el libro de Alfonso Muñoz Cosme titulado Iniciación a la Arquitectura. La carrera y el ejercicio de la profesión (Madrid, Celeste, 2000), y especialmente su capítulo VII, “Perspectivas para el siglo XXI”.

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Una idea recorre todo el capítulo: del elitismo de antaño ya nada queda. Y si quedase, se esfumaría rápidamente. Les dice el autor a los nuevos alumnos: “Cuando acabéis la carrera, los profundos cambios sociales, económicos y políticos que están en marcha habrán construido un mundo muy distinto de este en que vivimos. En ese momento, la profesión de arquitecto se parecerá poco a la idea que de ella teníais antes de comenzar los estudios”. Porque el arquitecto "se enfrenta a una paulatina pérdida de la posición social y económica de la que disfrutó en el pasado. Ya ha dejado de pertenecer a una elite social y cultural”.

Hay cuatro tipos de cambios importantes: se amplía el campo de trabajo, se avanza hacia una especialización mucho más acusada, el trabajo en equipo es cada vez más inevitable, y las nuevas tecnologías también están modificando la práctica profesional. Pero algo planea sobre todo lo demás: hay muchos más arquitectos que antes, y con tendencia a aumentar.

En efecto. En 1946 había en toda España 1.250 arquitectos. En 1998, 27.708. En la primera de esas fechas había 46 arquitectos por cada millón de habitantes; y en la última 694. Lo que significa una importantísima tasa de crecimiento. “El trabajo ha de repartirse cada vez más, y quedan muy lejanos aquellos tiempos en que el título por sí solo era garantía de un trabajo seguro y una vida acomodada. Con el crecimiento del número de profesionales, la competencia se hace mayor y es más difícil poder vivir del ejercicio libre de la profesión”. En consecuencia "se va a producir una progresiva escasez de trabajo para una profesión en la que nunca antes había existido”. Es obvio que estas nuevas cifras obligan a ajustes estructurales de la profesión.

Ante esta relativamente nueva situación, la profesión se encuentra inmersa "en un acelerado proceso de transformación para ofrecer el tipo de profesional que se precisará en las próximas décadas a través del trabajo en equipo, la especialización y la revolución tecnológica”. Por de pronto, “el camino de la especialización parece ineludible”. Pero también se abren nuevas áreas de trabajo. El campo de trabajo del arquitecto “se encuentra en expansión”. Los arquitectos también se dedican ahora, por ejemplo, al “montaje de exposiciones, producción cinematográfica o diseño asistido por ordenador”. Además, “cada vez es mayor el número de arquitectos que trabajan como asalariados en grandes estudios o en empresas constructoras”.

Porque los cambios en el tipo y funcionamiento de oficinas y estudios son igualmente significativos. “La figura del arquitecto independiente –que tiene su propio estudio y que con algunos empleados elabora directamente los proyectos- era la más común hace algunos años, pero hoy es cada vez menos frecuente”. Ahora se forman estudios de varios arquitectos, incluso bastante numerosos. “Los elevados gastos de mantenimiento de un estudio y la inseguridad de la demanda de trabajo llevan a los arquitectos a instalar despachos profesionales junto a otros compañeros. La creciente complejidad de la industria de la construcción y la gran diversidad de campos de trabajo es otro factor que conduce a la preferencia de trabajar en equipo (...). “La realidad es que con el crecimiento de las grandes empresas el porcentaje de arquitectos entre el número total de los trabajadores que intervienen en las actividades competenciales del mismo es cada vez menor”.

¿Atiende a esta nueva realidad la Orden ECI/3856/2007, de 27 de diciembre, "por la que se establecen los requisitos para la verificación de los títulos universitarios oficiales que habiliten para el ejercicio de la profesión de Arquitecto"? En mi opinión, no está nada claro. La orden se limita a disponer las enseñanzas de un título general, universal, en el que no sólo no se reducen (o mejor, no se seleccionan) los contenidos de la carrera, sino que parecen ampliarse. Cualquier arquitecto deberá saber, al menos oficialmente, una ingente cantidad de materias.

Veamos: Según el apartado 3 del Anexo de la citada orden, donde se establecen las competencias que los estudiantes deben adquirir, se citan: 1. Aptitud para crear proyectos arquitectónicos que satisfagan a su vez las exigencias estéticas y las técnicas; 2. Conocimiento adecuado de la historia y de las teorías de la arquitectura, así como de las artes, tecnología y ciencias humanas relacionadas; 3. Conocimiento de las bellas artes como factor que puede influir en la calidad de la concepción arquitectónica; 4. Conocimiento adecuado del urbanismo, la planificación y las técnicas aplicadas en el proceso de planificación; 5. Capacidad de comprender las relaciones entre las personas y los edificios y entre éstos y su entorno, así como la necesidad de relacionar los edificios y los espacios situados entre ellos en función de las necesidades y de la escala humanas; 6. Capacidad de comprender la profesión de arquitecto y su función en la sociedad, en particular elaborando proyectos que tengan en cuenta los factores sociales; 7. Conocimiento de los métodos de investigación y preparación de proyectos de construcción; 8. Comprensión de los problemas de la concepción estructural, de construcción y de ingeniería vinculados con los proyectos de edificios; 9. Conocimiento adecuado de los problemas físicos y de las distintas tecnologías, así como de la función de los edificios, de forma que se dote a éstos de condiciones internas de comodidad y de protección de los factores climáticos; 10. Capacidad de concepción para satisfacer los requisitos de los usuarios del edificio respetando los límites impuestos por los factores presupuestarios y la normativa sobre construcción; 11. Conocimiento adecuado de las industrias, organizaciones, normativas y procedimientos para plasmar los proyectos en edificios y para integrar los planos en la planificación.

Y todo esto, con menos créditos que ahora. ¿No es mucho? ¿No está un poco alejado de lo que la sociedad (entiendo que) reclama a estos profesionales? ¿No queda un tanto lejos también de la idea de una gran mayoría de arquitectos trabajando en estudios mucho más amplios y complejos, o en puestos mucho más especializados de la administración? Es verdad que depende de cómo se repartan luego los tiempos y de cómo se enfaticen las ideas básicas y se ahonde en la práctica. Pero ya nos conocemos todos. ¿No nos llevará a intentar enseñar mucho de todo, y todo mal? ¿O es que sólo se trata de unos conocimientos básicos, inciales, que necesariamente tendrán que complementarse (en postgrados) con los de verdad, los prácticos, los que cumplen una función social cierta? ¿No es, finalmente, obsesionarse con la pajarita?

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