Detalles del post: Nuevos centros, nuevos márgenes

20.03.08


Nuevos centros, nuevos márgenes
Permalink por Saravia @ 22:02:44 en Economía urbana -> Bitácora: Plaza

Reseña del último libro de Saskia Sassen, Cities in a World Economy.

El río Chicago, a su paso por Chicago, teñido de verde (imagen procedente de laury86.files.wordpress.com)

La batalla social se da ahora, como pocas veces antes, en las ciudades. Éstas son las principales conclusiones del último libro de Saskia Sassen (Cities in a World Economy, Pine Forge, Thousand Oaks, California, 2006): 1ª, que las ciudades son lugares estratégicos para la globalización económica, porque son puntos de mando, de mercado global y de producción de la economía de la información. Y 2ª, que muchos de los sectores devaluados de la economía urbana realizan funciones cruciales para alcanzar y mantener las anteriores centralidades. Son esenciales especialmente aquéllos donde se concentra el trabajo de las mujeres y los inmigrantes y, en las ciudades norteamericanas, de los afroamericanos y latinos también. De hecho –subraya Sassen- los sectores intermedios de la economía (como el trabajo "rutinario" de oficina, las empresas no directamente engranadas a los mercados mundiales o la variedad de servicios exigidos por la clase media -urbana o crecientemente suburbanizada-) pueden abandonar, si no lo han hecho ya, las ciudades. “Los dos sectores que se han quedado, el central y el `otro´ (el de la población marginada), encuentran en la ciudad el territorio estratégico para sus operaciones”.

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Hay algunas afirmaciones que sintetizan el grueso de los análisis del libro. Por un lado, que la dispersión territorial de las actividades de las grandes corporaciones contribuye al crecimiento de funciones centralizadas. Pero también que la globalización económica ha contribuido a la formación de una nueva geografía de la centralidad y la marginalidad. Son reconocibles una serie de sistemas emergentes urbanos transnacionales que también permiten e impulsan una proliferación de redes sociopolíticas variadas. ¿Cómo quedan las periferias? Para Sassen, la antigua explicación de la geografía basada en la determinación de posiciones centrales y marginales, que se concebía en términos de dualidad entre países muy desarrollados y países poco desarrollados, puede aplicarse ahora también a los centros de esos mismos países, e incluso al interior de sus ciudades. Ya no sirve un trazo tan grueso. Algunas teorías hablan de procesos de “periferización” que se dan dentro de áreas que fueron concebidas como centrales, tanto en el nivel global como en el regional y el urbano. Es también un hecho cierto que los procesos de centralización y periferización van en aumento en todas partes, y que se agudizan las distancias (económicas) entre unos y otros enclaves. Vivimos, pues, en un mundo de crecientes diferencias y gran proximidad.

No es fácil determinar una ley general que regule tales procesos. La condición periférica es muy variable, y según nuestra autora depende de los específicos contextos geográficos e institucionales, y de la dinámica económica predominante en cada lugar. Pero en cualquier caso podemos encontrarnos con unos resultados universales, con nuevas formas de periferización en el centro mismo de casi todas las grandes ciudades de los países desarrollados, y situados en lugares muy próximos a los que poseen los precios del suelo más caros del mundo. Estas yuxtaposiciones, como decimos, no sólo se observan en Europa o USA, sino también ahora en Tokio, Mumbai, Shangai, y casi todas las demás ciudades que se han incorporado a la economía global. Y hay que advertir que se trata de una periferización no sólo urbanística, sino también legible en términos laborales o de organización; pues allí se encuentran fábricas, por ejemplo, donde se explota impunemente a los trabajadores, o de economía informal.

Los planteamientos del urbanismo regional, o de ordenación del territorio comarcal, no parecen adecuados para hacer frente a una situación que desborda tales ámbitos. Sassen comenta el caso de Frankfurt, donde desde los años 80 se ha impulsado una política regional unitaria. Pero lo que parecía estar en el fondo de esas propuestas era más bien el reforzamiento de la gran ciudad, habida cuenta de que “no puede funcionar sin las ciudades de su región”. Se trataba, con ese ropaje de lógica territorial, “de reforzar la posición de Frankfurt en la competitividad global interurbana”. Esta idea de “ciudad-región” sirve para tender puentes entre la orientación global de los sectores económicos principales y las “agendas” locales de esa misma región. Si bien no es una técnica de aplicación generalizada. Pues aún subsiste el discurso “de ciudad” en algunas grandes ciudades americanas, como Chicago o Sao Paulo, aunque sean el centro de masivos complejos económicos regionales. El problema es encontrar alguna forma de relacionar los intereses de los espacios de marginación con los espacios centrales. En algunas ciudades multirraciales el multiculturalismo se ha utilizado con este propósito. Y el citado discurso regional también tiene posibilidades de desarrollarse con ese mismo propósito, aunque aún parece oprimido por la bandera de la suburbanización (“un concepto que sugiere tanto la fuga como la dependencia de la ciudad”).

Las grandes ciudades han surgido como territorios estratégicos para todos estos acontecimientos y propósitos. Primero, porque son los ámbitos principales de operaciones de la economía global. Lugares estratégicos que concentran funciones de orden, de mercados globales y de producción para las industrias de servicios avanzados. Pero también, hablando en términos del trabajo cotidiano, allí está la mayor parte de los empleos manuales mal pagados, muchos de ellos realizados por mujeres e inmigrantes. Y aunque estos tipos de trabajadores y empleos no suelen presentarse formando parte de la economía global, son de hecho un sector tan importante para la globalización como el de las finanzas internacionales. Es cierto que ha habido en los últimos años un proceso (brusco) de sobrevaloración de determinados empleos junto a la infravaloración de otros, que ha convertido a la ciudad en “territorio impugnado”.

Las nuevas formas de desigualdad se constituyen en nuevas formas sociales, como vecindades “elitizadas” o ámbitos de economía informal o de sectores industriales degradados. ¿Hasta qué punto estos procesos están relacionados con la consolidación del nuevo sistema económico? No es fácil de decir. Pero el hecho cierto (y llamativo) de correspondencia entre las grandes concentraciones de poder corporativo y las grandes concentraciones de población marginada, da que pensar. “Una circunstancia que invita a entender la globalización no sólo en términos de capital y nueva cultura empresarial internacional (finanzas internacionales, telecomunicaciones, flujos de información), sino también en términos de gente y de culturas no corporativas. Hay una infraestructura entera de empleos mal pagados y no profesionales que constituyen una parte crucial de la economía corporativa”.

Es preciso incorporar a la idea de globalización (como concepto económico) todas las instalaciones materiales que están en su base, y asumir en ella también la gama entera de los empleos y trabajadores vinculados: secretarios y limpiadores, camioneros que entregan el software, toda la variedad de técnicos y todo el personal relacionado con el mantenimiento, la pintura y la renovación de los edificios donde la economía corporativa se desarrolla. Ampliando así la visión podemos reconocer una multiplicidad de economías implicadas en la constitución de la economía global. Y a ésta la podemos ver “como un proceso que implica múltiples economías y culturas de trabajo”. Desde luego, sabemos (y el libro de Sassen se aplica a mostrarlo de nuevo) que las ciudades son muy importantes para los sectores económicos dominantes. Pero también podemos pensar en las ciudades como lugares donde son más patentes “las contradicciones de la internacionalización del capital” (la terminología es de la propia Saskia Sassen, advierto). En las grandes ciudades “se concentra una parte creciente de las poblaciones desheredadas –inmigrantes, tanto en Europa como en los Estados Unidos, y en este último país, afroamericanos y latinos también-, y en consecuencia podemos entender que las ciudades se han convertido en un territorio estratégico para una serie entera de conflictos y contradicciones”.

Los marginados también hacen sus reclamaciones sobre la ciudad y su representación. El centro, considerado simultáneamente como espacio y como forma social, concentra ahora un poder inmenso de control global y una gran capacidad de producir enormes beneficios. Y “la marginalidad”, no obstante su escaso poder económico y político, se ha hecho con una presencia cada vez mayor en relación con las políticas de cultura e identidad. Si las ciudades fueran irrelevantes para la globalización de la actividad económica, los actores económicos y políticos simplemente las abandonarían, evitando así las molestias que conllevan. Y de hecho, algo parecido es lo que dicen y argumentan algunos políticos, insistiendo en que el lugar ya no importa, que las empresas pueden localizarse en cualquier parte, gracias a la telemática. Un argumento que permite a los potentados económicos amedrentar a los gobiernos, amenazándoles con su marcha del país (o de la ciudad). Pero no es eso precisamente de lo que el libro de Sassen informa. ¿Por qué no se van ya, si tan molestos son los marginados?

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