Detalles del post: Lluvia y lágrimas

20.04.08


Lluvia y lágrimas
Permalink por Saravia @ 22:18:10 en Tecnología, Territorio, paisaje -> Bitácora: Plaza

Lluvia. Foto del 12 de Julio de 2006 (procedente de entuciudad.cl)

La palabra Aynadamar procede del árabe Ayn al-Dam: Fuente de las Lágrimas. Es el nombre antiguo de un manantial que hoy se conoce como Fuente Grande. Está en la sierra de la Alfaguara, a 10 kilómetros de Granada. Es viejo, pero continúa manando agua ("exquisitas aguas", decía Madoz). Con él se abastecía la capital nazarí, y de hecho fue la primera fuente de la que bebió la ciudad. De día irrigaba su espacio agrícola, de noche llenaba los aljibes urbanos (así lo cuenta Carmen Trillo en Una sociedad rural en el mediterráneo medieval: el mundo agrícola nazarí, un precioso trabajo publicado primero en Studia Historica. Historia Medieval, 18-19, 2000-2001, de la Universidad de Salamanca, y luego en varias ediciones en Granada). Y así pensaban los árabes entonces: aprovechamiento minucioso del agua, aunque sea poca. Diría más: mejor si es poca, pero administrada con responsabilidad y cuidado, casi con mimo. Sabemos que hay problemas de agua graves, gravísimos, y que habrá más. Faltan las lluvias, llegan las lágrimas. ¿Qué puede hacerse desde el urbanismo? ¿Es únicamente un problema de infraestructuras? ¿Cuestión de reparto de lo que hay? ¿Tecnologías de desalación? Desalar qué: ¿el mar o las lágrimas?

[Mas:]

El del agua es un tema inmenso en el que, por eso mismo, resulta fundamental acertar con el enfoque. Centrémosle: el asunto es el derecho al agua, como parte esencial del derecho a la salud y a la vida. De todos, en todas partes. Conviene no olvidarse de que éste es el objetivo, y no otro (el derecho al golf, a las piscinas y otros semejantes, convengamos que son derechos... de un grado inferior). También es importante tener claro un segundo aspecto. Frente a las preguntas: Si en mi tierra sobra el agua, ¿qué más da lo que consuma?; o ¿en qué va a perjudicar mi derroche a la sequía de otros países?; la respuesta primera es: el problema del agua es un problema global, que sólo admite respuestas globales.

De acuerdo. El agua constituye un “mundo interdependiente finito” (éste sí que es un verdadero patrimonio de la humanidad), que dependerá cada vez más de nuestras acciones e interrelaciones. Hagamos la pregunta: “¿Hay alguna esperanza de que si se deja que el control del agua dependa de las orientaciones políticas actuales en los países ricos y de los fondos disponibles para los más pobres, se encuentre una manera de evitar que más de 3000 millones de seres humanos (...) no tengan acceso a la fuente de vida en el año 2020 ó 2025, tal como se ha pronosticado?” Y más aún: “¿Por qué un jubilado de Quebec, un trabajador de Volvo en Estocolmo o un taxista de Neuchâtel deberían no sólo preocuparse por los problemas del agua de un campesino pobre de Senegal, un habitante de Calcuta o un parado de Ciudad de México, sino además estar preparados y dispuestos a hacer algo que garantice que todas las personas tengan acceso a un agua potable y segura y que toda comunidad humana pueda utilizar el agua para fines agrícolas, industriales y otros?” (preguntas de Riccardo Petrella, El manifiesto del agua, Barcelona, Icaria, 2002; a quien seguimos en este post). Veamos qué elementos de la consideración global del agua nos pueden ser útiles para responder adecuadamente.

El estado de la cuestión

1. Creciente privatización y globalización de los recursos de agua. Se acrecienta el control de unos pocos del recurso más importante para la vida y la salud. Si continúan las tendencias actuales con respecto al agua, en los próximos 20 años el agua del mundo estará controlada por un puñado de “nuestras” empresas: Vivendi (y en España FCC-Vivendi), Nestlé, United Utilities, Danone, Bechtel, Musanto, Coca-cola, Suez-Lyonnaise del Eaux, Agbar. Lo que hagan esas empresas nos concierne a todos, del mismo modo que la energía nuclear concierne a todos, y no sólo a los que viven junto a las centrales.

2. Crecientes riesgos de guerra asociados a los conflictos del agua. En la actualidad hay cerca de una veintena de conflictos entre estados relacionados con el agua. Los hay dentro de los estados (entre California y Arizona, por ejemplo; o en España, desde luego). Pero también entre estados. Sin dar una lista exhaustiva, citemos los siguientes: entre Egipto, Etiopía y Sudán (agua del Nilo); entre Nigeria y Chad (relacionado con la presa del lago Chad); Hungría y Eslovaquia (contaminaci´n industrial del Danubio), Uruguay y Argentina (contaminación del Río de la Plata), Escuador y Perú, México y Estados Unidos (contaminación del Río Grande), Hungría y Rumanía (desvío del Szamos), China y Birmania (depósitos del Salween), Camboya, Laos y Vietnam (Mekong), Bangladesh e India presas y cuotas de varios ríos). Y por supuesto, Irak, Siria y Turquía (Tigris y Eúfrates), e Israel, Jordania, Líbano y Siria (Acuífero de Cisjordania, Jordán, Yarmuk). Los problemas son de escasez, desde luego. Pero sobre todo de control, de hegemonía política y económica y de rivalidades nacionalistas y étnicas. Butros Gali, secretario general de la ONU, ya dijo en 1974 que la siguiente guerra mundial, si la hubiera, sería debida a conflictos relacionados con el agua.

3. Crecientes riesgo de contaminación letal. Las captaciones para el suministro de agua han aumentado muchísimo en poco tiempo, y sin embargo los recursos hídricos no lo han hecho. La cantidad de agua utilizada crece a un ritmo doble que el de crecimiento de la población. La agricultura absorbe el 70% de los recursos hídricos mundiales, la industria un 20% y los usos domésticos y otros un 10%. Cuanto más haya que perforar a causa de la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, más aumentarán los costes y mayor será el daño producido a los ecosistemas (reducción de la capa freática). Se calcula que para 2025 las actividades industriales podrían absorber el doble de agua y la contaminación industrial podría para entonces multiplicarse por cuatro. Y téngase en cuenta que muchas industrias del sector de la informática también consumen cantidades importantísimas de agua, que además precisan que sea de extraordinaria pureza. Un panorama preocupante.

4. Creciente injusticia en la distribución del agua. Una cuestión de justicia, pues la afección a las regiones y ámbitos intranacionales más pobres es, como siempre, mucho más elevada que la media. “Los principales beneficiarios de las obras (hidráulicas) a gran escala financiadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (...) han sido las empresas multinacionales con sede en Norteamérica, Europa occidental y Japón, que respaldan económicamente al BM y FMI. Las poblaciones locales no sólo suelen obtener de tales operaciones menos beneficios que las empresas constructoras, gestoras y asesoras; también salen de ellas con una carga de deuda superior a la que ya tenían. En resumen, las compañías de los países desarrollados obtienen de la construcción de grandes presas más riqueza que las poblaciones locales” (Petrella, op. cit., p. 100).

El urbanismo de la lluvia

El urbanismo no puede hacer mucho para corregir esta situación. Pero tampoco su contribución es despreciable. Pensamos en cinco tipos de cuestiones que deberían plantearse en unos planes urbanos conscientes de la fragilidad de los ecosistemas.

1. Respecto a las previsiones de abastecimiento. Mejor desalinizadoras que presas y trasvases (como norma general: hay que estudiar caso a caso). Pero mejor aún, mantener los ecosistemas y mejorar los rendimientos (evitar despilfarros, sobreconsumo, etc.). La tecnología de las desaladoras es objeto de críticas, tanto por su coste de producción (también en energía) como por los residuos que deja (salmuera). Las presas, y especialmente las de gran tamaño, tienen múltiples problemas. De las 40.000 grandes presas que hay en el mundo (las que se elevan más de 15 m. a partir de su base) 35.000 se han construido desde 1950, y el ritmo ha aumentado en los tres o cuatro últimos lustros. Problemas: riesgos tecnológicos muy elevados, grandes costes directos e indirectos (reducción de biodiversidad, bloqueo de sedimentos, elevación de capas freáticas); e impacto negativo en las comunidades obligadas al traslado. Pero las grandes presas y obras hidráulicas son criticadas también porque han acabado, prácticamente siempre, por defraudar las grandes esperanzas puestas en ellas. Esta cuestión del abastecimiento fundada en las previsiones de nuevas obras hidráulicas está presente en la mayor parte de los proyectos de nueva urbanización realizados en España en los últimos tiempos.

2. Respecto a la protección del territorio y la clasificación y categorización del suelo. Mantenimiento de los ecosistemas frente a la sobreexplotación agrícola. Protección de recursos hídricos, calidad del agua y ecosistema acuático. Inventario y mantenimiento de todo tipo de zonas húmedas.

3. En la organización de los sistemas de abastecimiento, riego y saneamiento de las ciudades, planteamiento de un diseño eficiente y aplicación de estándares que puedan generalizarse (no de ricos, y ni siquiera de ricos en agua), para cálculo y diseño. Estanques de retención y tanques de tormentas. Urbanización con sistemas de recogida de agua de lluvia superficiales. En el riego, priorizar la irrigación por goteo, y procedente de fuentes distintas a la red de agua potable, además de otras técnicas para evitar pérdidas y automatización. Disponer técnicas de xerojardinería en los parques. Aplicar técnicas de uso racional del agua en los edificios, etc. (ecología urbana).

4. Mantenimiento del control político en las tomas de decisión respecto al agua. Lo que supone no privatizar el servicio o, en su caso, recuperarlo. En todos los países desarrollados hay indicios de que el estado y las comunidades locales (ciudades, regiones, cuencas, etc.) han ido perdiendo el control de lo que pasa con el agua (producción, distribución, saneamiento, conservación). Plantear, en lo que sea posible desde cada ámbito, tomas de decisiones y supervisión democráticas en su nivel adecuado, que desemboque en organismos de escala global.

5. Impulso cultural. Fomento del interés y la información sobre el agua. El agua se está transformando de un bien público en un bien económico (rigiéndose su propiedad y gestión por las lógicas y prácticas del mercado), y esta cambio es letal para los derechos de la población más empobrecida. Principio de solidaridad en las relaciones entre comunidades que comparten ríos, lagos o cuencas.

Y ya que hablábamos de lluvia y fragilidad, oigamos finalmente a Sting: “On and on the rain will fall / Like tears from a star / On and on the rain will say / How fragile we are, how fragile we are” (sin cesar la lluvia caerá como lágrimas de una estrella; sin cesar la lluvia dirá qué frágiles somos).

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