Apuntes sobre las condiciones económicas y sociales del desarrollo de esta ciudad-estado
Hace menos de un año se ha presentado en público un ambicioso proyecto, Masdar, firmado por Norman Foster, que se ofrece como ciudad modelo por ser "la primera con cero emisiones de gases de efecto invernadero y cero desperdicios". Se levantará en uno de los Emiratos Árabes Unidos. Y hace unas pocas semanas, otro proyecto en un enclave próximo, esta vez suscrito por Rem Koolhaas y denominado Waterfront City: "una isla urbana con ambición ecológica que permitirá prescindir del coche". Pero ¿de dónde proviene la pujanza de Dubái?: del blanqueo de dinero. “Dubái es el mayor centro de blanqueadores de dinero del planeta”, nos dice el periodista de The Guardian y de la BBC Misha Glenny en su monumental McMafia. El crimen sin fronteras (Barcelona, Destino, 2008; las citas posteriores proceden de los capítulos 6 y 7). Y surgen algunas preguntas obligadas: ¿Es lícito separar los resultados del origen? ¿Interesa estudiar por un lado la ciudad y por otro, desvinculadamente, el crimen en que se funda? ¿Es indiferente la explotación de la mano de obra con que se construye?
Porque, vamos a ver: ¿qué tenemos en Dubái?
Tenemos al jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, el déspota ilustrado. Fundador del Dubái moderno, “revivió la tradición de lo que en los Emiratos se denomina `comercio independiente´ y en el resto del mundo se conoce como contrabando”.
Tenemos la torre Burj, donde, en sus primeros 37 pisos, estará el primer hotel Armani del mundo, diseñado por el mismísimo capo de la moda. La altura final sigue siendo un secreto. Ya se llegan por los 900 metros y las pretensiones son de construir el edificio más alto del mundo, subiendo hasta donde haga falta (hay dura competencia en Taiwan y Kuwait: qué emoción). En las vallas que lo anuncian el eslogan es: “La historia en auge”.
Tenemos glamurosos visitantes de todo el mundo, como Beckham, Michael Schumacher o Tiger Woods. Y tenemos The World. “Famosos y empresarios de todo el mundo hacen cola para comprar un rincón en algunos de los deslumbrantes proyectos de construcción que proliferan como un virus por la costa y el desierto de esta parte del mundo. Rod Stewrt se apresuró a adquirir la parcela correspondiente a Gran Bretaña en The World, un complejo compuesto por islas que, vistas desde el aire, tienen el aspecto de un mapamundi”.
También tenemos el complejo de Palm Jumeira, Palm Deira y Palm Jebel Ali, enormes franjas de terrenos ganados al mar que forman una silueta de palmeras tan gigantescas que se pueden ver desde el espacio. Unas parcelas destinadas a estar entre las más solicitadas del planeta. "Pasen, vean y compren..., si tienen dinero. Ninguna o pocas preguntas le harán sobre cómo lo han conseguido o qué quieren hacer con él”.
Tenemos, como ya vamos viendo, una grandísima discreción respecto al dinero. Allí viven, o han vivido, Viktor Bout, traficante ruso de armas. o Burj al-Arab, el mayor contrabandistas de tabaco de los Balcanes. O el indio Dawood Ibrahim, otro de los mayores mafiosos internacionales (contrabando de oro). Y muchos más (mafiosos).
Tenemos una relación histórica muy fuerte entre Dubái, Bombay (o Mumbai), Karachi y Teherán. Cuando se construyó el puerto de Jebel Ali, el mayor de Oriente Medio, muchos comerciantes iraníes y afganos se trasladaron a esta ciudad-estado, atemorizados por la inestabilidad de sus países, y llevaron consigo sus empresas. Dubái no aplica impuesto sobre la renta ni sobre las ventas. Tiene la reputación de ser un lugar seguro para colocar el dinero. El 11-S provocó un espectacular flujo de dinero árabe desde Estados Unidos hacia Dubái. Y a mediados de los años 90, el 63% de los ingresos de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) procedían de fuentes distintas al petróleo.
Tenemos el mayor mercado financiero de una vasta región que se extiende desde Rusia hasta la India y Sudáfrica. Sin control (al menos durante los 90): “Se podía introducir o sacar tanto dinero como se deseara, ya fuera en maletas llenas de dinero, en oro o en diamantes, por transferencia bancaria o (...) mediante los cambistas de dinero no oficiales”, de los que dependen los trabajadores inmigrantes. “Durante los años 90, en Dubái valía todo”.
Contamos con un inmenso plan inmobiliario, que se puso en marcha poco después del 11-S. En él se preveía la expansión de la ciudad hacia el oeste, a lo largo de la costa, con proyectos tan grandiosos como los de Palms o Burj Dubái. Se convirtió entonces Dubái en “el mayor terreno en obras del mundo. Durante la ampliación del aeropuerto de la ciudad, cuando ya estaba en marcha la construcción de viviendas y oficinas, en Dubái se concentraba una tercera parte de todas las grúas del mundo”.
Tenemos en marcha una enorme burbuja. “Para llenar las nuevas fincas en construcción necesitamos 800.000 nuevos extranjeros que no sean obreros, criadas, sastres (...). Básicamente, tiene que llegar el doble de la población de profesionales de salarios altos de los que hay”. Y tenemos también un ejército de trabajadores extranjeros que cobran sueldos miserables y viven en condiciones infrahumanas. Las mujeres no tienen derechos.
Tenemos, finalmente, mucha mafia. “Los delitos violentos son muy infrecuentes en Dubái y, cuando se producen, normalmente las represalias son inmediatas. Pero eso no significa que allí no existan delincuencia ni economía sumergida. El mercado lícito de productos, servicios y capital está sujeto en Dubái a las condiciones menos restrictivas del mundo. La economía sumergida funciona con la misma falta de limitaciones, y es en Dubái donde converge el dinero de ambos sistemas económicos y donde salta a la vista hasta qué punto es simbiótica la relación entre la economía legal y la sumergida”.
¿Analizamos ahora los proyectos de Foster y Koolhaas?
No hay Comentarios/Pingbacks para este post...
otros contenidos de urblog relacionados con urbanismo y derechos humanos, democracia, territorio, paisaje, suburbios, economia urbana
_______________________
código original facilitado por
B2/Evolution
|| . . the burgeoning city . . || . .
la ciudad en ciernes . . || . .
la ville en herbe . . ||