Detalles del post: El tutor en el café

11.11.08


El tutor en el café
Permalink por Saravia @ 23:09:27 en Enseñanza del urbanismo -> Bitácora: Plaza

Y en Facebook, por qué no

Foto titulada Languages International students using WiFi Internet access to check their emails in the Student Café (cargada por Lilacnz, en febrero de 2008, en flickr.com)

Lo peor de las tutorías, con mucho, es el ambiente. Es verdad que no se sabe muy bien para qué sirven: por ejemplo, en el artículo 187 de los Estatutos de la Universidad de Valladolid (de 2003), se establece escuetamente que se trata de un derecho de los estudiantes universitarios, quienes contarán con “asistencia y orientación en su formación mediante un sistema de tutorías”. No se sabrá para qué sirven, pero sí parece haber certeza sobre dónde han de desarrolarse. Pues todo el mundo parte de la base, y lo da por hecho, que deben llevarse a cabo en los despachos de los profesores. ¿Estamos seguros de que ha de ser así?

[Mas:]

Pues no, no estamos seguros. Por de pronto, no hemos encontrado tal exigencia en ninguna disposición reglamentaria. Sabemos que tenemos la obligación de fijar unas horas de tutoría en las que estar disponibles. Pero ¿qué debemos hacer en esas horas? Entre los compañeros y los alumnos de la Escuela de Arquitectura de Valladolid hay diversidad de pareceres. Unos piensan que se trata de una especie de clases personalizadas, sobre todo a quien, por lo que fuese, no ha podido asistir a la clase general. Pero otros discrepan abiertamente de ese planteamiento. Algunos entendidos sugieren que debería tratarse de facilitar bibliografía o algo parecido. Pero desde luego esa pretensión se acaba tan pronto como concluyen tales demandas de bibliografía (generalmente pronto): demasiado tiempo para tan poca tarea. Otros más aprovechan esas horas para corregir a los estudiantes a quienes no ha dado tiempo de atender en clase: una solución loable, desde luego, pero en flagrante desconsideración de la función de tutoría, que no puede reducirse a ser una simple prórroga de las clases. ¿Entonces, qué?

Hemos consultado algunos textos sobre el tema. En primer lugar, el apartado 4 (“Sistemas de apoyo a la enseñanza”) del casi olvidado, pero en su día fundamental Informe Bricall (de 2000). También hemos leído las conclusiones de un Seminario muy citado sobre la tutoría universitaria, que se celebró en Madrid en 2002. Y un artículo más reciente (de 2005) del profesor Sanz Oro. Hemos sacado en limpio algunas ideas. La primera, que la tutoría apunta hacia una asistencia al alumno más personalizada. Por muy distintas razones (de calidad en la enseñanza, pero también de competencia con la enseñanza privada, entre otras) se pide a los profesores que atiendan (atendamos) también de forma particular a cada alumno. Llegando incluso, en algunos casos, a encomendar “a cada profesor o tutor un número determinado e identificado de estudiantes”. Una demanda de amplio alcance, pues se requiere ese tipo de atención especialmente “en casos de crisis o dificultades particulares” de algún estudiante. Lo cierto es que, al menos en nuestro caso, se podrían sumar más de 3 horas al año por alumno, pero habría que distribuirlas, organizar las entrevistas, etc. Y la verdad es que a quienes hemos estudiado en colegios de curas este sistema de entrevistas personalizadas y orientaciones ¿espirituales? nos recuerda demasiado a las visitas al padre espiritual, que ya creíamos definitivamente fuera de nuestras vidas.

El profesorado, para hacer frente a estas nuevas tareas, debe formarse en técnicas específicas. Por ejemplo, en técnicas de relación interpersonal (para sacar partido de las entrevistas), de motivación, de métodos y estilos de aprendizaje, etc. Pero en cualquier caso, ha de dialogar. Dialogar mucho. "Los profesores (deben) dedicar un tiempo a dialogar con los estudiantes sobre lo que aprenden y cómo lo hacen" (Sanz Oro). Hablar con ellos para completar la tarea docente, pero también para “conocer a nuestros estudiantes”. En cualquier caso hemos de señalar un rechazo frontal a algo que nos sugieren los autores citados. A una parte de ese famoso sistema de tutorías que se pretende. De los tres tipos de tutoría que se comentan: la académica (orientada hacia la asignatura que corresponda), la profesional (referida a la carrera y orientación profesional) y la personal (que apunta hacia el desarrollo humano y educación en valores), rechazamos de plano esta última. Lo dirá Bolonia y lo puede decir Roma, pero los estudiantes universitarios son gente mayor a quienes no hay que orientar ni sobre sus personas ni sobre sus valores. Sólo faltaba. Nada de “dar énfasis al desarrollo integral del universitario”. ¿Otra vez el padre espiritual?. Nada.

Pero igual que señalamos un rechazo, también identificamos un apego: las TIC, las tecnologías de la información y la comunicación. Hay una web de la Universidad Politécnica de Madrid que (aunque parece que no incluye entradas posteriores a 2003) contiene recomendaciones del Centro de Estudios TIC para la acción tutorial, pormenorizadas e interesantes. Se sugiere el uso integrado de distintas técnicas. El e-mail para contestar dudas o enviar mensajes sobre cuestiones importantes, organizativas o urgentes, la "web docente" (o el blog) para poner contenidos organizados a disposición de los alumnos (aunque sugieran un objetivo más bajo: “para evitar que el alumno pregunte al profesor por contenidos que ya existen en la web”), el foro para organizar debates y “entrega de trabajos”, y otros. Podría organizarse el acceso a Facebook, aunque con cautela.

Pero sobre todo, ya lo decíamos, en los textos consultados también se habla de la conveniencia de contar con lugares apropiados para la "acción tutorial". Cuando preferimos la acción directa, nada como la cafetería de la Escuela. Se dice: hay que dotar a los centros universitarios "de suficiente infraestructura para hacer posible el funcionamiento del sistema de tutorías: despachos, medios de difusión, etc." Y también se recomienda disponer de “lugares de encuentro” adecuados. Si hay que pensar fórmulas para motivar a los profesores "para el desempeño de este nuevo rol” (la tutoría, naturalmente), pensamos que no estaría mal llevar esa tarea a algún espacio que sea adecuado para dialogar. Lo dicho: ¿qué mejor sitio que la cafetería? Hay luz, gente, movimiento, y quizá pueda oirse, de fondo, esta canción.

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