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08.11.09


Schumacher a la vista
Permalink por Saravia @ 22:28:58 en Economía urbana, Tecnología -> Bitácora: Plaza

Los libros del economista alemán E. F. Schumacher, releídos ahora, treinta años después

Un ejemplo de tecnología intermedia. Teleférico desarrollado en el pueblo de Mahestar, en Katmandú (imagen procedente de practicalaction.org).

Ernst Friedrich Schumacher (1911-1977) alcanzó gran notoriedad en los años 70 del pasado siglo. Desde entonces se le reconoce como un gran impulsor de los movimientos ecológico moderno y de justicia global. Escribió pocos libros: Lo pequeño es hermoso (Madrid, Blume, 1978; el original inglés es de 1973); Guía para perplejos (Madrid, Debate, 1981; or. de 1977); y El buen trabajo (Madrid, Debate, 1980; es una recopilación de conferencias). El estilo de sus escritos es peculiar. Hace gala de un curioso sentido del humor, y con frecuencia aparecen citas de la Biblia (muy pesado, la verdad, dicho sea con cariño). Trata de casi todos los temas habidos y por haber; pero siempre presididos por su formación de economista y por la idea de crisis (crisis de todo: económica, ecológica, cultural, de valores, de todo). Y aunque algunas de sus referencias han quedado obsoletas, su vigor y vigencia son innegables. Repasemos algunos de sus puntos de vista, tomados de los libros antes citados.

[Mas:]

1. Sobre las transformaciones de la agricultura. Cuando hubo petróleo abundante y barato, en los años 60, ¿qué sucedió –se pregunta Schumacher- como consecuencia de ese bajo precio y de esa abundancia? ¿Cómo se cristalizaron esas supuestas ventajas en nuestra vida económica? Uno de los campos más afectados fue el agrícola, que se hizo en gran medida desde entonces de base petrolífera. “En términos económicos, comemos básicamente petróleo (y a eso saben cada vez más la mayoría de los alimentos…)”. Teníamos sistemas agrícolas “en los que el trabajo que ahora hace el petróleo lo hacían microbios del suelo, y teníamos métodos biológicos y orgánicos de cultivo, con el oportuno reciclaje y con su rotación y todo lo demás”. Pero en Occidente nos hemos hecho con un sistema “basado en productos químicos y fertilizantes artificiales: así que, en lugar de dejar a los microbios que hagan el trabajo, ¡que lo hagan los árabes! En el sitio de un recurso renovable hemos puesto otro que no lo es”. Pero “si intentáramos dar de comer a algo así como cuatro mil millones de personas con la moderna tecnología agrícola, entonces solamente la agricultura utilizaría y absorbería todas las reservas petrolíferas en menos de 30 años. ¡La agricultura solamente!”. Por eso hay que “reconsiderar toda la situación entera”.

2. Sobre algunos cambios en las ciudades. La ciudad es necesaria, dice Schumacher. “Debe existir una especie de densidad crítica de gente para que sea posible la mutua fertilización y para que se produzca el florecimiento del espíritu humano”. Pero hasta hace no demasiado tiempo las ciudades estaban limitadas por la capacidad de abastecerse. Y “ese callejón sin salida de cómo abastecer una ciudad lo rompió el hombre al explotar combustibles fósiles, primero carbón, después petróleo, y al crear una tecnología del transporte para utilizarlos, de tal modo que las grandes ciudades pudieran recibir su abastecimiento de todas partes del mundo”. Debemos considerar, por tanto, el asunto del transporte, fundamental para la idea misma de ciudad.

Schumacher pone un ejemplo simpático. “Cuando uno se va hacia el Norte por una gran autopista que sale de Londres, se ve rodeado de una enorme flota de camiones que llevan galletas desde Londres a Glasgow. Y si uno mira al otro lado, a la otra dirección, ve otra flota igualmente enorme de camiones que llevan galletas desde Glasgow a Londres. Cualquier observador imparcial que viniera de otro planeta llegaría inevitablemente a la conclusión de que las galletas, para alcanzar su punto de calidad adecuado, han de recorrer al menos mil kilómetros”. Este absurdo se debe a que puedo intentar ampliar el mercado porque para el transporte hay petróleo barato y abundante. También hay que repensar -decía- por completo las formas de transporte y el sistema industrial. Porque también la movilidad debe relacionarse con otros valores sociales. "Mientras que la gente, con un tipo de lógica superficial, cree que tras los transportes rápidos y las comunicaciones instantáneas se abre una nueva dimensión de libertad (que en cierto modo es verdad en relación con aspectos triviales), pasan por alto el hecho de que esos logros también tienden a disminuir la libertad (…), salvo que se adopten políticas y medidas conscientes para mitigar los efectos destructivos de esos avances tecnológicos".

3. Opiniones sobre educación. “Toda la historia (como toda la experiencia) apunta al hecho de que es el hombre y no la naturaleza quien proporciona los recursos primarios, que el factor clave de todo desarrollo económico proviene de la mente del hombre. De repente, hay una explosión de coraje, de iniciativa, de invención, de actividad constructiva, no en un solo campo, sino en muchos campos a la vez. Puede ser que nadie esté en condiciones de decir de dónde proviene originariamente, pero sí podemos ver cómo se mantiene y se refuerza a sí mismo a través de la educación. En un sentido muy real, por lo tanto, podemos decir que la educación es el más vital de los recursos. Si la civilización occidental está en un estado de permanente crisis, no es nada antojadizo sugerir que podría haber algo equivocado en su educación”. Nuestra tarea -continúa-, "y la tarea de toda educación, es comprender el mundo presente, el mundo en el cual vivimos y tomamos nuestras decisiones”. Y se centra en la distinción entre “problemas convergentes y divergentes”, siguiendo a Tyrell. “La vida sigue adelante por los problemas divergentes que tienen que ser `vividos”.

“Los problemas convergentes se crean en un proceso de abstracción. Cuando se resuelven, la solución se puede escribir y transmitir a otros”. Y dice Schumacher (en una frase muy expresiva de su estilo suelto): “Si éste fuera el caso de las relaciones humanas (la vida familiar, de la economía, de la política, la educación, etc.), bueno, no sé cómo terminar la frase”. Las ciencias físicas y matemáticas se ocupan exclusivamente de problemas convergentes. "Esa es la razón por la que pueden progresar acumulativamente y cada nueva generación puede comenzar justo donde sus predecesores terminaron. El precio, sin embargo, es muy elevado. Tratar exclusivamente con problemas convergentes no conduce a la vida, sino, por el contrario, aleja de ella”. Este empobrecimiento, tan vívidamente descrito por Darwin, "ha de aplastar toda nuestra civilización si permitimos que las tendencias continúen con lo que Gilson llama `la extensión de la ciencia positiva hacia los hechos sociales”. Los verdaderos problemas de la vida, sea en la política, la economía, la educación, el matrimonio, etc., son siempre problemas de superar o reconciliar contrarios. "Todos ellos son problemas divergentes y no tienen solución en el sentido ordinario del término. Exigen del hombre no sólo el empleo de sus poderes de raciocinio, sino el compromiso de toda su personalidad”. Pone el ejemplo del conflicto entre la libertad y la disciplina en la educación de los hijos, y recuerda las memorias de Darwin, donde se lamenta por haber perdido el gusto por “las sensaciones más elevadas” (la música o la poesía, por ejemplo).

4. En torno a la no-violencia. “Una creencia moderna muy en boga –dice- considera a la prosperidad universal como el fundamento más seguro de la paz”. Gandhi acostumbraba a hablar con desprecio de `soñar con sistemas tan perfectos en que nadie necesita ser bueno”. Y Keynes teorizó, en 1930, sobre las posibilidades económicas de nuestros nietos, concluyendo que “no estaría muy lejos el día en que todo el mundo sería rico. (…) Entonces nosotros valoraremos otra vez los fines más que los medios y preferiremos lo bueno a lo útil”. Pero seguía: “¡Cuidado!, la hora para todo esto no ha llegado todavía. Por lo menos durante otros cien años debemos simular ante nosotros mismos y ante cada uno que lo bello es sucio y lo sucio es bello, porque o sucio es útil y lo bello no lo es. La avaricia, la usura y la precaución deben ser nuestros dioses por un poco más de tiempo todavía”.

Nuevamente Gandhi: Es más que probable que “la tierra proporcione lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre pero no la codicia de cada hombre”. “La permanencia –dice Schumacher- es incompatible con una actitud depredadora que se regocija en el hecho de que `lo que eran lujos para nuestros padres han llegado a ser necesidades para nosotros´. El fomento y la expansión de las necesidades es la antítesis de la sabiduría. Es también la antítesis de la libertad y de la paz (…). Sólo reduciendo las necesidades puede uno lograr una reducción genuina de las tensiones que son la causa última de la contienda y de la guerra”.

5. Ideas sobre el funcionamiento de grandes organizaciones. “A nadie le gustan –seguimos con las citas de Schumacher- las organizaciones de gran escala. Aún así, parece que están aquí para quedarse”. La tarea fundamental es conseguir la pequeñez dentro de una gran organización. “Toda organización tiene que esforzarse continuamente por la regularidad del orden y el desorden de la libertad creadora. Y el peligro específico inherente a toda organización de gran escala es que su propensión y tendencia naturales favorecen al orden a expensas de la libertad creadora. Podríamos asociar muchas más parejas de contrarios con este par básico de orden y desorden. La centralización es principalmente una idea de orden; la descentralización, de libertad. El hombre de orden es típicamente el contable y, generalmente, el administrador, mientras que el hombre de libertad creadora es el emprendedor. El orden requiere inteligencia y conduce a la eficacia, mientras que la libertad exige y abre la puerta a la intuición, y conduce a la innovación”.

Intenta formular una teoría de la organización de gran escala, y la da forma con cinco principios. El primero: de subsidiaridad. “Es una injusticia y al mismo tiempo un mal grave y un atentado contra el orden el asignar a una asociación más grande y más alta lo que organizaciones más reducidas y subordinadas pueden hacer”. La gran organización “consistirá en muchas unidades semiautónomas, a las que podemos llamar cuasi-empresas. Cada una de ellas dispondrá de una gran libertad, para dar la mayor oportunidad posible a la creatividad emprendedora”. El segundo: de vindicación. Por él, "la unidad subsidiaria debe ser defendida y apoyada por la autoridad central, salvo en casos que deben estar suficiente y claramente definidos. La unidad subsidiaria debe estar en condiciones de saber, sin ninguna duda, si está actuando de forma satisfactoria o no". (Un ejemplo: si el único criterio de control fuese el beneficio). El tercero: de identificación. De manera que cada unidad subsidiaria tenga un balance propio que le permita reforzar el éxito y evitar el fracaso.

El cuarto: de motivación. "La salud de una gran organización depende en una extraordinaria medida de su habilidad para hacer realidad este principio". El quinto: del axioma medio. Si se plantea un axioma en la empresa, por ejemplo: concentrar la producción del carbón en menos frentes, se toma como una verdad que hay que cumplir. Pero si se hace a través de la exhortación (método blando de gobierno) no suele ser suficiente; y si se hace desde la instrucción (método duro) se toma como imposición. Lo ideal es algo en el medio, un axioma medio, “una orden desde arriba que a pesar de ello no es exactamente una orden”. Admitir salvedades, por ejemplo, que permiten ir más allá de las exhortaciones sin disminuir la responsabilidad y libertad de las formaciones de abajo.

6. Sobre el tamaño de las cosas y las entidades. Schumacher señala tres ideas erróneas que le inculcaron en su educación. Siempre se le dio “una interpretación de la historia que suponía que en el principio era la familia, luego las familias se juntaron y dieron lugar a la formación de tribus, más tarde un cierto número de tribus dieron lugar a la formación de una nación, varia naciones formaron una `unión´ o unos `Estados Unidos´ de donde fuera y, finalmente, se podía esperar un Gobierno del Mundo”. Pero “no pude evitar el notar que lo opuesto parecía ser lo que estaba sucediendo: una proliferación de estados nacionales”. Ese proceso de “balcanización” se consideraba “como algo realmente malo”. Pero lo cierto era que tal proceso “ha estado ocurriendo alegremente durante los últimos 50 años en la mayor parte del mundo”. En segundo lugar, “fui educado de acuerdo con la teoría de que para que un país fuese próspero tenía que ser grande (cuanto más grande mejor). Se ponía el ejemplo de la unificación alemana. Pero “los suizos de habla alemana y los austriacos de habla alemana que no se unieron tuvieron igual éxito económico”. Aquí “hay tema para reflexionar”. En tercer lugar “fui educado en los principios de la teoría de las economías de escala”, según la cual “con las industrias y las compañías sucede igual que con las naciones, que hay una tendencia irresistible, dictada por la tecnología moderna, a tener tamaños cada vez más grandes”. Pero, dice, “el número de pequeñas unidades también está creciendo (…) y muchas de estas pequeñas unidades son altamente prósperas”. “Aún hoy se nos dice que estas organizaciones gigantescas son imprescindibles”. Pero no está claro. “Necesitamos la libertad de montones y montones de pequeñas unidades autónomas y al mismo tiempo el orden global de la unidad y coordinación a gran escala”.

“Lo que deseo enfatizar es la dualidad de las exigencias humanas cuando de lo que se trata es del problema del tamaño: no hay una respuesta única”. Se necesitan “muchas estructuras distintas para los distintos propósitos (…). Una cierta suerte de equilibrio. Hoy sufrimos una idolatría del gigantismo casi universal. Es necesario insistir en las virtudes de lo pequeño, en donde sea factible”. “Para cada actividad hay una cierta escala apropiada”. En el caso de la ciudad: “Es evidente que por encima de ese tamaño [cercano al medio millón de habitantes] no se añade nada ventajoso a la ciudad”. “La idolatría del gigantismo es posiblemente una de las causas y ciertamente uno de los efectos de la tecnología moderna, particularmente en cuestiones de transporte y comunicaciones. Un sistema de transporte y comunicaciones altamente desarrollado tiene un efecto inmensamente poderoso: transforma a la gente en viajeros incansables”.

“La economía del gigantismo y de la automatización es un remanente de las condiciones y del pensamiento del siglo XIX, totalmente incapaz de resolver ninguno de los problemas de hoy”. Se necesita “la consciente utilización de nuestro enorme potencial tecnológico y científico para la lucha contra la miseria y la degradación humana. Una lucha en contacto íntimo con la gente misma, con los individuos, las familias, los grupos pequeños, mejor que los estados y otras abstracciones anónimas. (…) La gente sólo puede ser realmente gente en grupos suficientemente pequeños. Por lo tanto debemos aprender a pensar en términos de una estructura articulada que pueda dar cabida a una variada multiplicidad de unidades de pequeña escala. Si el pensamiento económico no puede comprender esto es completamente inútil. Si no puede situarse por encima de sus vastas abstracciones, tales como el ingreso nacional, la tasa de crecimiento, la relación capital/producto, el análisis input-output, la movilidad de la mano de obra y la acumulación del capital; si no puede alzarse por encima de todo esto y tomar contacto con una realidad humana de pobreza, frustración, alienación, desesperación, desmoralización, delincuencia, escapismo, tensión, aglomeración, deformidad y muerte espiritual, dejemos de lado la economía y comencemos de nuevo”. “Las operaciones de pequeña escala, no importa cuán numerosas, son siempre menos propensas a causar daño en el medio ambiente que las de gran escala, simplemente porque su fuerza individual es pequeña en relación con las fuerzas de recuperación de la naturaleza”.

7. Algunas opiniones respecto a la tecnología apropiada. No hay que culpar al “sistema” y entender que la tecnología es neutral. “No hay duda de que en el mismo piano se pueden tocar muchas melodías diferentes; ahora bien, cualquiera que sea la que se toque, será siempre música de piano”. El desarrollo tecnológico debería evaluarse “a la luz principalmente de tres cuestiones: ¿Cómo actúa en términos de utilización de recursos?, ¿cómo actúa sobre el entorno?, ¿cuál es su pertinencia socio-política?” La tecnología moderna tiene importantes efectos estructurales. Y también sobre la naturaleza del trabajo. “Se trata en mi opinión de la mayor fuerza destructiva que hay en la sociedad moderna”. Se pregunta: “Qué efecto ha tenido la tecnología moderna sobre el asentamiento humano? (…). El quid no está en el grado, sino en el modelo de urbanización. (…). En general, la tecnología moderna está planteada para el desarrollo de las grandes empresas. “En términos generales, la tecnología moderna sólo hace buenos zapatos para tipos grandes. Está adaptada a la producción en masa”.

Tecnología intermedia para dar a entender que es muy superior a la tecnología primitiva de épocas pasadas pero al mismo tiempo mucho más simple, más barata y más libre que la supertecnología de los ricos. Se podría llamar también tecnología de la autoayuda, tecnología democrática o tecnología del pueblo. La tecnología que propone, “intermedia” o “adecuada”, se fundamenta en estos principios. 1ª. “Las cosas pueden hacerse más pequeñas”, al menos en lo que se refiere a las necesidades humanas básicas. 2º. Es posible hacerlas de manera mucho más sencilla. 3º. Si nos damos cuenta de que la exigencia de un capital muy grande es un principio de exclusión, de que es incompatible con cualquier idea de justicia o de igualdad, entonces trataremos sistemáticamente de hallar formas más baratas de hacer las cosas. 4º. Frente al desarrollo tecnológico basado en la violencia, oponer otra tecnología “no-violenta”. (Es interesante comprobar dónde han llegado los sucesores de Schumacher: ver practicalaction.org).

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