Signos poéticos de la estación, el puerto, el aeropuerto
Es desde la estación o el puerto donde hay que empezar a hablar de la ciudad. Ámbitos de bienvenidas y despedidas que acompañan a unos sentimientos “concentrados por la espera” (Edel Juárez). Espacios de intensidad, donde llegan buques, trenes, aeronaves, pletóricos de pasajeros. John Berger expresó limpiamente lo que allí se da: “un tumulto de adioses” (Páginas de la herida) simultáneos, en lo que constituye alguna forma de adiós colectivo. Aunque ahora con menor intensidad afectiva que antes, al distribuirse en fases (pasaportes, embarques, controles), que lo desnaturalizan. ¿Cabría pensar en otra solución menos ortopédica de llegar o de marcharse? En cualquier caso, son las estaciones y los puertos lugares aún más dolorosos para quien ni siquiera tiene lágrimas que dar o recibir, pañuelos que agitar. Oigamos a Dulce Mª Loynaz cantar al viajero –ella misma- que llega a puerto y nadie le espera: el viajero “que pasa entre abrazos ajenos y sonrisas que no son para él (...) se alza el cuello del abrigo en el gran muelle frío”.
Un poema es un café
Dia 9: post de poética. Esta vez con un autor que gustaba pasear por el interior de la poesía, "reflexionar acerca de la poesía misma desde la experiencia del poema" (Sánchez Robayna); y que nos dejó este magnífico currículo: "Evíteme, por favor, contar los datos biográficos. Soy abogado y vivo en Hartford. Estos hechos no son divertidos ni reveladores". Sus 289 aforismos fueron publicados en 1957, dos años después de fallecer Stevens, con el título de Adagia. Precisamente el año y la ciudad (Hartford, 1957) en que se desarrolla la película de Todd Haynes "Lejos del cielo" (Far from heaven, 2002), de la que hemos tomado la imagen (y los colores) de cabecera. Hemos seleccionado, casi al azar (y en desorden) 17 de ellos.
Notas sueltas para una geometría poética de la plaza
La plaza, por de pronto, es la arena de la plaza. Más que historia, es arena. Así escribió una vez Neruda: “No tiene historia, sino tierra”, y la plaza lo cumple. Una explanada dispuesta para la actividad urbana, para la reunión, el trato, el intercambio: el mercado, la información, las instituciones, las actividades públicas, el espectáculo. Aunque estuviera, paradójicamente, mal emplazada, es siempre centro. Activa, viva siempre. Por eso, al acabar la jornada, “permanece de frente ante la noche, fatigada de luz y de trabajo” (Benítez). La plaza, en la noche, parece cansada: tal es la carga de trabajo a que se la somete cada día.
Imágenes de la "poesía urbana" de Luis García Montero
Según nos explica Laura Scarano en la introducción de la Poesía urbana de Luis García Montero (Sevilla, Renacimiento, 2002), la ciudad “dispara el fluir poético”. Y es así porque, lo sabemos, está hecha de ladrillos, pero sobre todo de palabras. Es la médula del habitar humano, que siempre te acompaña, donde quiera que vayas. “La ciudad irá contigo adonde vayas”, escribió Kavafis. Te sigue y te conforma. Te rechaza y reclama. Se funde en ti, y hace tu mundo. La “poética de la experiencia” de García Montero le lleva a “una identificación tal entre poeta y ciudad que disuelve la distancia entre sujeto y objeto” (nuevamente Scarano). Una poesía en vaqueros, una mirada de pertenencia radical a toda la ciudad, dirigida a rescatar la cotidianeidad de la existencia urbana.
A propósito de “la lección de música” de Pascal Quignard
De la lectura del texto de Quignard retengo su interés por los orígenes, su fascinación por el momento de brotar todas las cosas, por ese surgir incesante de un origen. “A fuerza de retirar la lava desecada -comentó en una ocasión- los oropeles, es posible tomar parte de un brillo más nuevo, y que la `última mirada´, como dicen los japoneses, la mirada del adiós, sea también la más nueva, la más contemporánea de lo que brota del fondo de la tierra y del fondo del cielo”. Por el contrario, lo demás, “todos los conservadurismos, están dirigidos a asfixiar ese momento de surgir”. Vivir cualquier pérdida como un nacimiento, “perder todo para ser tan ligero como en el instante de nacer”, es también abrirse “a la posibilidad de la música”; una música que “viene de un primer mundo, anterior a nuestra llegada al mundo”.
A propósito de los poemas de Eugénio de Andrade
Signos que pueden leerse en los poemas del escritor portugués Eugénio de Andrade. Por de pronto, aguzar el oído. “He oído llegar el verano”, nos dice alguna vez. Y es cierto, basta con estar atentos para oír la llegada de las estaciones. O el crecimiento, quizá lento, pero constante, de las cosas (todas, hasta las rocas): “Sentir el tiempo, fibra a fibra, tejiendo el corazón de las cerezas”. Si no estamos atentos, pasa desapercibido: “Crecen en secreto, los niños”. Y en otra ocasión: “Donde fluvial en medio de la noche / crece la piedra / blanca de los álamos / los niños duermen con los pájaros”.
Extracto de la conferencia, del mismo título, organizada por la Fundación Coello el 22 de noviembre de 2007.
Con alguna frecuencia intento comentar la ciudad de Valladolid valorando una cierta poética. Una de las primeras ocasiones fue durante unas jornadas celebradas con motivo del 4º centenario de su declaración oficial como "ciudad". La charla llevaba por título "La bella mentirosa", y se acompañaba de unas buenísimas fotos de Germán G. Sinova. Una síntesis pudo leerse, más adelante, en el libro (escrito con Pablo Gigosos) titulado Arquitectura y urbanismo de Valladolid en el siglo XX (Ateneo, 1997, pp. 453 y ss.) Pretendía valorar una ciudad que todavía arrastraba demasiada mala fama, incluso (o principalmente) entre los propios vallisoletanos. Y es cierto, la ciudad es magnífica, da fe de vida. Miente (aunque hoy algo menos, pero sigue en ello), e intenta ocultar sus mejores rasgos.
Poblados y ciudades son consustanciales al ser humano. No quieren las personas estar solas, y aunque sólo fuera por eso existen las ciudades. Por compañía, por calor. (Ya Cernuda ilustró la soledad: "es una muerte distinta, rumiante, que no se acaba").
Las ciudades no son hechos de la naturaleza. Se ordenan, se deciden. Se hacen y rehacen continuamente. Y el ámbito en que se estudia cómo hacerlo y se aplican tales conocimientos es el urbanismo. Una disciplina con sus propias pautas. Conjurar la soledad, construir con economía y reconocer la dignidad de los ciudadanos son, así lo pensamos, los rasgos primeros del urbanismo. (Partimos de la tríada de elementos que planteamos en un libro anterior: "Ciudades civilizadas").
Hay ciudad, sobre todo, para favorecer el encuentro. Por lo que nos ha de venir bien hacer uso de la metáfora, que anuda, que todo lo mezcla. Hacer uso de esa leve sonoridad de vida que da brillo, frente a las ciudades monotemáticas (sin brillo, como postales de otro tiempo). Al fin y al cabo “esto es la poesía: dos soledades juntas”.
Aspiración. Este blog pretende la convivencia de algunos términos dispares: urbanismo, enseñanza, sostenibilidad, África, social, gestión, Valladolid, poética, planeamiento, café, imágenes, profesión, ciudades, salud, años 50, paisaje, economía, crítica, tecnología, vivienda, democracia, proyectos... En esta nueva etapa del blog se irán incorporando poco a poco y una a una estas categorías, por ver si es posible que compartan piso, como estudiantes (erasmus) en buena compañía. No será sencillo, pero si alguno va a facilitar la convivencia a los demás, ése será la poética. Porque es de buen contentar. Al fin y al cabo ya dijo César Simón que “la poesía constituye, en primer lugar, una actitud y una aspiración”. A la poesía casi le basta con aspirar a la poesía.
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