Ya siempre.
Muchos la consideran la carretera más mítica del mundo, un objeto de deseo en la aventura. Desde luego se trata del trayecto más “americano” que conocemos, la madre calzada. De Chicago a Santa Mónica, quedó inmortalizada en la canción de Bobby Troup “(Get Your Kicks on) Route 66”, interpretada y versionada por todos, desde Nat King Cole a los Rolling Stones.
Now you go through Saint Louis, Joplin in Missouri, and Oklahoma City is mighty pretty. You see Amarillo, Gallup, New Mexico, Flagstaff, Arizona. Don't forget Winona, Kingman, Barstow, San Bernardino.
Won't you get hip to this timely tip: when you make that California trip, get your kicks on Route Sixty-Six ...
Oficialmente establecida en el verano de 1926 como consecuencia de un plan de comunicaciones terrestres cuyo objeto era facilitar acceso a la red nacional a los núcleos de menor entidad, algo que hasta entonces no tenían. Ganó en intensidad durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se acentuó el flujo migratorio y de mercancías hacia la costa oeste, consecuencia de la concentración de la logística bélica en California.
Ya en tiempo de paz se consolidó como un itinerario de ocio y veraneo, lo que diversificó su uso hasta el punto de convertirse en destino antes que paso, aprovechando las atracciones naturales y los extravagantes escenarios de sus instalaciones y servicios: moteles en forma de tipi, puestos y bazares acondicionados al modo indio, fingidas guaridas de famosos pistoleros, granjas de ofidios y, como no, el nacimiento de la industria de la “comida rápida”: el primer restaurante de comida para llevar sin bajarse del coche (Red's Giant Hamburg en Springfield, Missouri) o el primer McDonald’s (San Bernardino, California). Probablemente el más completo microcosmos de la cultura popular de los Estados Unidos.
En 1985 fue excluida del moderno Sistema Interestatal de Carreteras, dada su carencia de condiciones estratégicas para integrarse en el mismo. En la mayor parte de su recorrido quedó abandonada, llevándose consigo entidades urbanas y atracciones, en tanto quedó algún que otro testimonio devuelto a su prístino ideal para aliviar la nostalgia de los numerosos devotos y asociaciones que le rinden justo tributo, o que siguen disfrutando de la travesía.
Varios usos y edificaciones descuidados, particularmente aquellos con actividad industrial o de distribución de combustibles, dieron lugar a entornos contaminados, corrompiendo el suelo y con él a los recursos naturales del entorno.
Hubo quien pensó en ello como una oportunidad, y que podía existir la vida más allá de la añoranza turística. La Agencia de los Estados Unidos para la protección del Medio Ambiente (US-EPA) incluyó las franjas afectadas en su Programa de Suelos Contaminados, contando con la colaboración del Centro para el Reciclaje Creativo del Suelo (CCLR). El Programa concibe las acciones de depuración y restauración como una reinversión en el territorio, despejando toda presión urbanizadora sobre la vocación verde de la naturaleza. Más aun, se proyectan como alternativas éticas al uso del suelo, tras constatarse que el valor inicial del mismo (al restituirse su aptitud productiva) es superior a la expectativa de su transformación física, con el beneficio añadido del empleo continuado de medios y personal en las tareas de recuperación y la consiguiente rehabilitación de la comunidad y su ser en el entorno, por no hablar del bienestar producto de un mejor Medio Ambiente.
Ya se han completado con éxito los trabajos en Winslow y Flagstaff, que adicionalmente se han visto dotados con instalaciones de energía renovable.
Vuelven a vivir, y no hay prisa. El Rythm & Blues de Bobby Troup vuelve a sonar perfectamente, nunca tan sano y prometedor.
(ayer media mañana, la pausa del café, cesura para el pastoreo de la nada, se acerca un señor impecablemente compuesto de verano, saluda como si le cupiera inaugurar el curso del parlamento británico, tras lo cual ruega se le ceda el dinero necesario para cumplir, él también, con esa pausa que su querencia pide cual miembro truncado; cumplido el deseo (¿la necesidad?) regresa a traer los céntimos de vuelta, que se rehúsan con el afán de sostener algo en común por un tiempo, que a la fuerza y por desdicha será breve; el señor se despide cortés, reconfortado y hasta victorioso; nos deja sobrecogidos, apuramos la taza y miramos largo, tasando los azares de nuestro momento: que cuando toque haya alguien en esa misma mesa, su bolsillo dispuesto; ese señor lo sabe)
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