Biomasa.
Como enuncia la página oficial de las Naciones Unidas, el Día Mundial del Medio Ambiente es uno de los principales medios para fomentar la sensibilización mundial sobre el medio ambiente y promover la atención y acción política al respecto. Los objetivos son darle una cara humana a los temas ambientales, motivar que las personas se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo, promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, la cual garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más próspero y seguro. Así fue sancionado por la Asamblea General de Naciones Unidas, en su Resolución (XXVII) del 15 de diciembre de 1972, y se celebra el 5 de junio de cada año desde 1973. Ayer.
La Diócesis de Coria-Cáceres lo ha conmemorado talando un notable conjunto de árboles (moreras y olmos, todos sanos, varios de gran porte y antigüedad) del cada vez más limitado espacio verde que dota el recinto urbano conformado por el Seminario de Cáceres y su Colegio Diocesano. Ante el pasmo de los alumnos y sus padres, que en ese instante se acercaban a recogerlos.
La explicación que da el obispado a los efectos de justificarse es que necesita el terreno (unos 2000 m2) para realizar la obra de instalación del nuevo sistema de abastecimiento de energía, dentro del proyecto de rehabilitación que pretende convertir el Seminario «en un gran centro religioso-cultural para toda la Diócesis». Según afirma su Delegado de medios de comunicación, “estará basado en la geotermia, que consiste en aprovechar la temperatura constante del subsuelo para generar calor en invierno y frío en verano. Es un sistema que casa con las actuales exigencias en materia de eficiencia energética, ya que al no emplear combustibles fósiles, resulta más respetuoso con el medioambiente. Además, se complementará con biomasa y energía solar”.
Superando a golpe de indignación el fastidio que levanta semejante ristra (rosario, letanía) de desatinos, y sabiendo que son ellos los primeros en sentir el aguijón del pecado y su garantizada venialidad (o sea, que buena gana denunciar el evangelio), nos atrevemos a decir:
1. Esto es lo que hacen, entre muchas cosas buenísimas, los árboles: depuran el aire mediante la eliminación de contaminantes atmosféricos como el ozono, el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono y las partículas en suspensión; almacenan grandes cantidades de CO2 en sus tejidos, y de este modo disminuyen una parte importante de los gases de efecto invernadero que participan en el calentamiento global; suavizan las condiciones climáticas del entorno y dulcifican el microclima urbano, debido principalmente a la reducción de la temperatura por la sombra y la transpiración; gracias a la reflexión de los rayos solares por parte de las hojas reducen la temperatura en las estancias peatonales y nos protegen del sol; atenúan la contaminación acústica mediante la absorción, la desviación, y la refracción del sonido, disminuyendo la reverberación que produce el ruido de los automóviles sobre las fachadas; reducen el volumen de las aguas de escorrentía y de posibles inundaciones; sus raíces fijan el suelo y, por lo tanto, disminuyen su erosión; las hojas, los troncos y las raíces de los árboles retienen contaminantes y, por consiguiente, reducen su concentración dentro de los cursos de agua; son claves en el sostén y enriquecimiento de la biodiversidad; soportan las iniciales de los que se aman, y sus abrazos y todos los actos impuros que abriga su penumbra y por lo tanto de cuanta poesía es capaz el ser humano; y, en este caso además, está demostrado que se educa mejor junto a un árbol que imponiendo un horizonte largo y perdido.
2. No existe objetivamente ningún sistema ni elemento ni tecnología ni medida en materia de eficiencia energética que sea capaz de sustituir, ni siquiera aproximarse, a los beneficios y bondad de un árbol.
3. No hay "puntos calientes" en ese recinto que puedan justificar el empleo de un aprovechamiento geotérmico. Y de haber existido, se dispone de soluciones técnicas que no requieren un significativo despliegue en superficie. Eso sí, es difícil criticar las referencias añadidas a la biomasa y la energía solar (la Diócesis está a la última y quiere de todo: han aprendido que nada como invocar eso de lo sostenible para llevarte lo que sea por delante), siendo incontestable que si talamos todo el planeta dispondremos de vastos recursos para la una y la otra.
4. Está reconocido por agentes ambientales y toda suerte de administraciones públicas que allí donde se erradican árboles, o se alteran ecosistemas, para instalar o aplicar “soluciones” de eficiencia energética, el coste medioambiental es elevado, dando lugar a un daño muy superior al que en principio se pretendía paliar con la presunta medida.
Siguen sin entender nada de la vida: de la nuestra y de ese bulto sospechoso al que no le conocen alma que usurpar y que llamamos árbol. Los niños del colegio habían plantado algunos de estos. Menuda lección. Y contará para la media.
No hay Comentarios/Pingbacks para este post...
apuntes para el libro Urbanismo para náufragos
_______________________
código original facilitado por
B2/Evolution
|| . . the burgeoning city . . || . .
la ciudad en ciernes . . || . .
la ville en herbe . . ||